México

La barbarie

Si cruzaron por Chiapas no hay forma de que no se percataran porque todo está a la vista. Si alguien conoce el flujo de los migrantes son las autoridades

Setenta y dos migrantes recorrieron el país sin que ninguna autoridad se diera cuenta. La única forma de explicarlo es por la complicidad y corrupción. Si cruzaron por Chiapas no hay forma de que no se percataran porque todo está a la vista. Si alguien conoce el flujo de los migrantes son las autoridades. Sólo actúan si no les queda de otra, o si no les han entregado la “cuota”. Los migrantes cruzan el país por rutas conocidas. Pasan por Veracruz y Tabasco para desde ahí dirigirse a Tamaulipas, destino final en México, y después Estados Unidos.

Hace poco más de dos años en Quintana Roo, un camión oficial transportaba migrantes centroamericanos para deportarlos. En medio de la “nada”, así lo dijo uno de los agentes que iba en el operativo, apareció un grupo armado e interceptó violentamente el vehículo. Bajaron a los agentes de migración, los sometieron y se llevaron a los migrantes. Días después los “secuestrados” aparecieron en Ciudad Hidalgo, Texas. En el colmo, la directora del Instituto Nacional de Migración aseguró que había mucha corrupción en la institución, la cual es evidente que hoy en día está corregida y aumentada.

Está documentada la relación entre los cárteles de la droga y los polleros. Se asocia también con la trata de personas, prostitución, venta de órganos, de armas y de niños. Dirán que hay un mercado para ello y que es uno de los riesgos de la vecindad con Estados Unidos, se dirá también que estamos en medio de bandas internacionales. Podrán decir lo que quieran, pero desde donde se vea estamos bajo la impunidad.

Por más que se asegure que se le está cerrando el paso al narco, y que por ello los cárteles utilizan estrategias como la de obligar a los migrantes a integrarse en sus estructuras, es un hecho que al no tener definida una política de Estado en materia de migración, lo que pasó en San Fernando será susceptible de repetirse muchas veces más.

Los migrantes sólo importan cuando se trata del dinero que nos envían de Estados Unidos. Al no hacerse un seguimiento de ellos, de no ser el buscarlos para corromperlos, tanto los nacionales como los extranjeros terminan por recorrer el país bajo la ley de la selva en medio de cárteles de la droga, polleros, autoridades corruptas, temperaturas extremas, más todo lo que se les vaya presentando.

Ha sido brutal la violencia ejercida en contra de los migrantes en San Fernando. Es además doloroso y, permítamelo decirlo, triste. El país continúa en evidencia y los fantasmas no se van. Estamos ante la violencia; la incapacidad para gobernar; la corrupción y la complicidad; ante una clase política oportunista; ante cárteles brutalmente violentos, despiadados y corruptores; y ante jóvenes que por la falta de oportunidades optan por la vida corta y fácil la cual terminan por convertir en su mejor esperanza. Ésta es nuestra forma de vida a la que ahora hay que sumarle 72 migrantes asesinados.
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