México

Justicia secuestrada

Por: Vicente BELLO

Daniel Karam, director general del IMSS, se subió ayer a los estribos del Congreso de la Unión con un capote en la mano. Y consiguió lo que evidentemente era su propósito: ocultar a toda costa a la justicia, que desde media tarde algunos padres de los 48 niños que murieron en Hermosillo buscaban a gritos frente al Senado de la República, adonde al anochecer comparecía aquel funcionario que no por joven dejaba de demostrar ser un mañoso de tiempo completo.

No hubo a un solo legislador que no lo toreara; a todos les dijo que sus preguntas eran acertadísimas, dignas de gente conocedora. Y hasta les expresó que no llegaba allí, ante la Primera Comisión de la Permanente, para defender un modelo de Seguro Social que es indefendible.

Pero su posición constante fue en un solo sentido: el culpable es el gobierno de Sonora y el Ayuntamiento de Hermosillo. Concretamente, quienes otorgaron los permisos de uso de suelo y de protección civil. Y, algo tenía que decir sobre el IMSS, el culpable por su lado no es otro que el delegado del IMSS en Sonora, de quien jamás pronunció su nombre.

Y allí paró de contar. No dijo nada en otro sentido ni cuando legisladores como José Murat le restregaban en la cara que “debe haber responsabilidad (jurídica) de los anteriores directores”.

Y cuando evocaba a los anteriores titulares todos pensaron en Juan Molinar Horcasitas, actual secretario de Comunicaciones y Transportes; y aun en Emilio Gamboa Patrón, actual jefe de la bancada priista de San Lázaro. Cuando iniciaba su comparecencia, Karam hubo dicho que hay guarderías subrogadas incluso desde el año 1983.
Tampoco dijo nada cuando el diputado perredista Juan Guerra, en las postrimerías del encuentro (nueve de la noche), le dijo que omitía deliberadamente que el IMSS es culpable de tráfico de influencias; que hay en él una profunda corrupción al otorgar guarderías a gente que no conoce la materia y que tiene en condiciones deplorables a los niños.

Y le remachaba: “Me va a perdonar, pero esa es ahora su responsabilidad. ¿Va a corregir esa corrupción o va seguir justificando”.

La comparecencia de Karam figuraba este miércoles como el tema político más importante de la jornada camaral. Había concluido temprano la sesión de la Comisión Permanente. A partir de las cinco de la tarde estaba programada la llegada de Karam a Xicoténcatl. Y desde el medio atardecer, un grupo de personas ya se manifestaba ante el frontis de la vieja casona de Xicoténcatl. Casi medio centenar arropaba a poco más de una docena de padres de bebés que murieron en aquel incendio sin nombre de hace 34 días.

Esperaban con el dolor lacerándoles el alma. Querían escuchar, decían, los pretextos que ha puesto el gobierno federal para no hacer justicia todavía. Y cuando Daniel Karam apareció, ya los padres de aquellos niños estaban como invitados en la sala donde reuniría el funcionario con la Primera Comisión.

Desde la víspera, Daniel Karam había concitado ardores en la oposición. Carlos Navarrete (PRD) y Manlio Fabio Beltrones (PRI) le habían advertido que si seguía ocultando la lista de las guarderías entonces el Congreso reaccionaría de otro modo. Se sentían burlados los opositores. Y fue por eso que la comparecencia insuflaba tanta expectación. Y fue por eso que a casi todos los opositores que participaban en la reunión se sintieron sorprendidos, “sacados de onda”, hasta engañados, cuando el joven Karam sólo entregaba a Yeidckol Polevsky, presidenta de la comisión de marras, un manojo de discos en el que, según decía él, estaba la información que le habían solicitado, incluso “en demasía”.

De súbito Daniel Karam se topaba con Tomás Torres Mercado, un senador perredista que puso a parir al director general del IMSS cuando preguntaba por qué habiendo pasado ya tanto tiempo (34 días del infausto hecho de Hermosillo) ahora se presentaba con un juego de discos en la mano, sin copias para cada grupo parlamentario y sin testigo impreso.

Era el colmo de la desorganización, o de la mala leche, era el razonamiento prevaleciente en aquel salón.
La presidenta Yeidckol Polevnsky había solicitado que los discos fueran pasados por una impresión en papel. Y en eso llevaban ya más de dos horas. Tomás Torres estaba personificando el malestar de legisladores y de la gente que presenciaba la comparencia.

Desde la roca del sentido común, sonaba a mentada de madre. Sobre todo para los padres de los bebés que, unos dentro y otros fuera en el mitin, seguían lo que se decía en la reunión.

Estaban en la mitad de la reunión. Buscaban entonces una computadora para abrir los discos y leer siquiera una parte de la información que Karam decía haber llevado. Más de 4500 copias fotostáticas estaban procesándolas a toda máquina en la Secretaría Técnica. En ese momento lo único que sabían los legisladores era que en el disco no aparecía ningún índice. Tomás Torres incluso proponía que se ordenara un receso, de días de ser necesario, hasta leer toda la información que habían entregado Karam.

El titular del IMSS pidió calma. Ya no tardaría la lista de guarderías en aparecer en la página web del IMSS. Había prometido que la subirían cuando fuera terminando la comparecencia. Y ese hecho también les quemaba el hígado a los legisladores.

Fue entonces cuando comenzaron a aparecer datos como el de que un primo del presidente Felipe Calderón es concesionario de una guardería en Michoacán; o de que José Fox, hermano del ex presidente Vicente Fox, también tiene la suya en Guanajuato, bajo condiciones de subrogamiento.

Por allí brincoteó también el nombre de Malú Micher, una recalcitrante opositora que fue diputada del PRD en la LIX Legislatura. Carlos Medina, el ex gobernador de Guanajuato, hacía muchas horas que había sido mencionado.
La comparecencia se internaba hacia las 10 de la noche.
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