México
¿Juay de mito, juay de mito?
Por: Sergio Aguirre
Para al no habituado a menesteres legales, pero que ya ha visto la película, le serán muy familiares las ideas trazadas desde medianos del siglo pasado por Daniel E. Herrendorf, a propósito de dicha política criminal:
“La idea de la protección de la seguridad pública a través de más leyes penales, tipificación de más delitos y penas más graves, suspensión de excarcelaciones y demás, puede tener dos perfiles: a. Responde a la mentalidad ingenua que dominaba a los cavernícolas que creían que atrapaban a las fieras que dibujaban en la pared de la caverna. Sería un residuo del pensamiento mágico. b. Responde a un grado de perversidad más alto que el usual en las políticas criminales. Las agencias jurídico-penales no ignoran que sus sistemas de selectividad condenan a los más vulnerables y despenalizan a los poderosos. Todo está en el grado de vulnerabilidad; en general son condenados los pobres infelices que no tienen dinero para sobornar, ni poder público, ni amigos oficiales. Además, el sistema penal condena a los fracasados: los que consuman una empresa criminal exitosa cuentan con un altísimo grado de invulnerabilidad. En suma, el sistema penal, cada vez más irracional y represivo, no parece servir para lo que se supone que podría servir, y es muy eficaz para controlar, reprimir injustamente, agobiar a los vulnerables y mantener sistemas de infravida; problemas a los cuales los funcionarios públicos han respondido generalmente con más presos, cárceles llenas, y el mito del delincuente archivado.” Fin de la cita.
Si bien ya existen en nuestro país importantes señales y reformas que indican un alejamiento de esa política represiva, se encuentran, como casi todos los asuntos de trascendencia en nuestro país, bloquedas por no hablar de aquellos despistados o demagogos que eventualmente afirman la utilidad del viejo sistema, al proponer sancionar penalmente de manera indiscriminada, aumentar las penas y las restricciones de la libertad durante el proceso.
Es imposible en este espacio tan solo enumerar los botones técnicos que hay que apretar para darle otra cara al sistema; sin embargo, el problema final no es de información, sino de actitud. En el caso de la seguridad en nuestro país, todos extraña e indolentemente parece que preferimos seguir viviendo con el mito del delincuente archivado excepto, por supuesto, el presunto culpable.
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