México

Japón y los pavimentos

Mientras la atención del planeta está en el desarrollo de la creciente tragedia japonesa y sus consecuencias, en este lado del globo incubamos nuestros pequeños terremotos

Mientras la atención del planeta está en el desarrollo de la creciente tragedia japonesa y sus consecuencias —la economía mundial tiembla ante las secuelas y la alarma por un desastre nuclear parpadea entre la urgencia y la imposibilidad de hacer algo—, en este lado del globo incubamos nuestros pequeños terremotos.

La comparación puede ser extremadamente inapropiada, hasta ofensiva, pero si hay que contrastar los problemas de Guadalajara con los de Japón, nunca fueron más apropiados los calificativos ridículo e inconmensurable.

Y es que si los japoneses todavía no alcanzar a ver en el horizonte el final de sus desgracias, los habitantes de esta ciudad no pueden saber tampoco hasta dónde llegará la necedad de autoridades que, no por ridículas, son menos dañinas.

El ejemplo reciente es la lucha política entre el Gobierno estatal y el Gobierno de Guadalajara. Este último, en ejercicio de sus facultades y autonomía, aprobó un endeudamiento por mil 100 millones de pesos para repavimentar y renovar los drenajes de las más importantes vialidades, pero en un excesivo y sospechoso celo, la Secretaría de Finanzas obstaculiza indefinidamente un trámite para que las autoridades tapatías hagan uso de tales recursos económicos. Es un comportamiento del que sencillamente no hay antecedentes, y más cuando históricamente, las autoridades han sido laxas en la aplicación de la norma cuando se trata de manejar dinero público. Casos hay muchos; no se necesita probarlo.

Que el Gobierno de Guadalajara haya aprobado esta deuda no deja de ser cuestionable. Tanto lo fue que, apelando a su derecho, los regidores de Acción Nacional acudieron a un tribunal para tratar de revertir lo que la mayoría de los ediles de otros partidos habían aprobado. Sin embargo, al final del camino jurídico, el grupo que encabeza Aristóteles Sandoval fue favorecido también en tribunales. Muchos ciudadanos tapatíos están inconformes con la deuda, pero ésta se gestionó con apego a las leyes… igual que, se presume, el Gobierno estatal tramita una por cinco mil millones de pesos.

El choque entre los dos gobiernos es abierto en la página oficial del Ayuntamiento (www.guadalajara.gob.mx) donde descalifican y acusan al gobernador Emilio González. Y además daña un objetivo común: la imagen de la ciudad para los Juegos Panamericanos.

La cuestión es simple de plantear: mientras el Gobierno estatal insista en retrasar el registro burocrático de la deuda y ésta no pueda adquirirse, más se retrasará la repavimentación que justifica el crédito. Se puede prever, sin artes adivinatorias, que en plenos Panamericanos habrá calles cerradas por obras y que por las prisas, los trabajos serán deficientes.

Todo, lamentablemente, debe someterse al interés preelectoral y a la mediocridad política de quienes gobiernan el Estado y Guadalajara.

Leídas así las cosas, quizá en Japón, aun en medio de la desgracia, no están tan mal.
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