México
Interrogantes
Vecinos de la colonia señalan que ‘‘Nacho’’ Coronel desde hace años vivía en esas residencias. ¿Cómo pudo refugiarse ahí sin ser detectado? ¿Quiénes lo protegían?
Tras el operativo militar en Zapopan que culminó con la reciente muerte de Ignacio Coronel Villarreal, uno de los líderes del cártel de Sinaloa, y la detención de quien es señalado como su brazo derecho, quedaron interrogantes. Crónicas periodísticas señalan que también presuntamente se detuvo a una terapeuta que se encontraba en la residencia. ¿Así fue? Si la información es exacta, ¿qué sucedió con ella? Se manejó la posible aprehensión de supuestos escoltas en una de las dos fincas cateadas. ¿Es falsa la versión?
Durante el operativo no intervinieron corporaciones policiacas locales, que se asomaron ocasionalmente, de lejecitos. No es la primera ocasión que los cuerpos militares de élite actúan solos, pero ¿esta vez se debió a la desconfianza en determinados mandos policiacos? ¿Se temió un posible pitazo? ¿O las razones fueron más tácticas y políticas?
Esta vez el manejo de la información sobre el operativo militar fue más cuidadoso. Se evitó difundir fotografías como aquellas que causaron polémica, donde aparece cubierto de billetes el cuerpo sin vida de otro narcotraficante, Arturo Beltrán. Pero tampoco, hasta el martes pasado, se había mostrado el rostro de Nacho Coronel. Y darlo a conocer no por morbo, que no faltará quienes busquen la imagen por ese motivo, sino para que los ciudadanos identifiquen al personaje ultimado y se dé fe social de que era él.
Vecinos de la colonia señalan que “Nacho” Coronel desde hace años vivía en esas residencias. ¿Cómo pudo refugiarse ahí sin ser detectado? ¿Quiénes lo protegían? Hay indicios en la computadora portátil que se encontró en su residencia de posibles colaboradores locales. Con más de siete millones de dólares en maletas que tenía a la mano, el líder del cártel disponía de recursos para dar y repartir. ¿Llegó también el dinero a negocios locales? ¿A cuáles? ¿A hospitales?
Por otro lado, la cobertura informativa del narcotráfico exige a los medios acordar medidas para intentar proteger a los reporteros, lo que poco se está haciendo. Pero también, por deber ético, para salvaguardar a vecinos de la zona. Al mostrar sus rostros, medios electrónicos pusieron en riesgo a alarmados residentes de Colinas de San Javier. Las empresas mediáticas tampoco tienen por qué exhibir las caras de militares o policías que intervienen en los operativos, para evitarles posibles atentados.
Al Presidente Felipe Calderón le señalaron esta semana que en el manejo informativo del combate al narcotráfico el Gobierno federal va perdiendo. No sólo con más policías o militares se ataca a las bandas, sino también con medidas políticas que incluyen tener una opinión pública más y mejor informada.
Durante el operativo no intervinieron corporaciones policiacas locales, que se asomaron ocasionalmente, de lejecitos. No es la primera ocasión que los cuerpos militares de élite actúan solos, pero ¿esta vez se debió a la desconfianza en determinados mandos policiacos? ¿Se temió un posible pitazo? ¿O las razones fueron más tácticas y políticas?
Esta vez el manejo de la información sobre el operativo militar fue más cuidadoso. Se evitó difundir fotografías como aquellas que causaron polémica, donde aparece cubierto de billetes el cuerpo sin vida de otro narcotraficante, Arturo Beltrán. Pero tampoco, hasta el martes pasado, se había mostrado el rostro de Nacho Coronel. Y darlo a conocer no por morbo, que no faltará quienes busquen la imagen por ese motivo, sino para que los ciudadanos identifiquen al personaje ultimado y se dé fe social de que era él.
Vecinos de la colonia señalan que “Nacho” Coronel desde hace años vivía en esas residencias. ¿Cómo pudo refugiarse ahí sin ser detectado? ¿Quiénes lo protegían? Hay indicios en la computadora portátil que se encontró en su residencia de posibles colaboradores locales. Con más de siete millones de dólares en maletas que tenía a la mano, el líder del cártel disponía de recursos para dar y repartir. ¿Llegó también el dinero a negocios locales? ¿A cuáles? ¿A hospitales?
Por otro lado, la cobertura informativa del narcotráfico exige a los medios acordar medidas para intentar proteger a los reporteros, lo que poco se está haciendo. Pero también, por deber ético, para salvaguardar a vecinos de la zona. Al mostrar sus rostros, medios electrónicos pusieron en riesgo a alarmados residentes de Colinas de San Javier. Las empresas mediáticas tampoco tienen por qué exhibir las caras de militares o policías que intervienen en los operativos, para evitarles posibles atentados.
Al Presidente Felipe Calderón le señalaron esta semana que en el manejo informativo del combate al narcotráfico el Gobierno federal va perdiendo. No sólo con más policías o militares se ataca a las bandas, sino también con medidas políticas que incluyen tener una opinión pública más y mejor informada.
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