México
Independencia secuestrada; ''El Jefe'' Diego y… Salinas
¿Cuál es la calidad y la calidez de un festejo libertario que debe celebrarse en el búnker callejero más grande del mundo, para evitar el terror que pudieran desatar bandas criminales?
Queda claro que una mayoría abrumadora prefirió la celebración casera y que se asomó a los festejos oficiales —según los ratings— a través de televisión y radio. También es evidente que a pesar de la espectacularidad de los festejos, autoridades federales y del Distrito Federal no sólo extremaron las medidas de seguridad, sino que emplearon todas las formas posibles para desalentar la presencia de ciudadanos en la calle y en los lugares preparados para la fiesta, además de que el “megapuente” fue una invitación a vaciar la ciudad; todo en prevención de acciones violentas.
Por eso, nadie puede pasar por alto el significado brutal de que la celebración bicentenaria de la Independencia resultó un festejo secuestrado por evidentes resabios de miedo colectivo —por un lado—, y por potentes “focos rojos” que obligaron al más grande despliegue de seguridad en la historia, por parte del Gobierno federal —en la capital del país y muchas otras entidades—, a través de la Sedena, la Marina Armada, la Secretaría de Seguridad Pública y la Policía Federal, además de policías estatales.
Ante esa realidad, obliga la pregunta. ¿Cuál es la calidad y la calidez de un festejo libertario que debe celebrarse en el búnker callejero más grande del mundo —en el corredor Reforma-Zócalo—, para evitar el terror que pudieran desatar bandas criminales? ¿De qué tamaño es la libertad invocada por los gobernantes que agitan el Lábaro Patrio y recuerdan la arenga de independencia, cuando horas antes todo el Estado mexicano fue retado por los captores de Diego Fernández de Cevallos, el político emblema de la transición democrática?
Seguro que nadie apostó al fracaso de los festejos, y menos a que el crimen los utilizaría para demostrar su fuerza frente a las instituciones del Estado —lo cual se podrá corroborar la mañana de hoy—, pero tampoco podemos pasar por alto que las últimas 24 horas han sido de alto riesgo para todos: ciudadanos y gobiernos. Y que la historia consignará que la celebración del Bicentenario de la Independencia se debió realizar bajo un blindaje extremo de seguridad. ¿Por qué? Por la violencia criminal.
En el camino
Por cierto, en pleno Bicentenario, los secuestradores del “Jefe Diego” meten al ex presidente Carlos Salinas al ajo. Lo llaman a rescatar a su amigo. Y será el sereno, pero el mensaje del secuestro es demoledor para el Gobierno y el Estado mexicanos. En pleno Bicentenario, y por las razones que se quieran, el Estado se encuentra paralizado.
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