México
Hoy
Por acá, a México se le empieza a ver con cierta inquietud
OVIEDO, España.- Por acá, a México se le empieza a ver con cierta inquietud. Lo público es que la inseguridad y el narcotráfico nos tienen materialmente contra las cuerdas. En lo privado, periodistas y círculos universitarios nos ven disminuidos. Hace no muchos años éramos uno de los centros de América Latina, se nos pedía opinión y además se ejercía una influencia real, y para muchos ya no es así. Brasil, para ir a lo inmediato, nos ha rebasado por la izquierda, el centro y la derecha.
El caso hondureño se ha convertido en un asunto emblemático. La desafortunada declaración del presidente depuesto de Honduras sobre López Obrador, en lugar de saberse leer se tomó como una afrenta que provocó que el Gobierno se hiciera a un lado de un conflicto que tenemos a la vuelta de la esquina. El Gobierno de Calderón se dejó ir por impulsos en lugar de hacer a un lado la imprudente declaración. Lo que está de por medio son la democracia y las instituciones de nuestros vecinos geográficos y de origen. Hemos pasado de la imprudencia foxista a la pasividad calderonista.
Para España, México es un referente que se empieza a diluir. El reconocimiento a la UNAM le cambia un poco la mirada a muchos universitarios y periodistas. La presencia del rector en la Universidad de Oviedo, de Salamanca y Zaragoza ha provocado repercusiones favorables, las cuales empiezan a expandirse. Han servido para ver otras caras de México, y no sólo las que nos agobian.
El reconocimiento a la UNAM tiene que ser valorado en el Gobierno, en el Legislativo, y particularmente en el ámbito de la educación. La UNAM es una especie de centro rector que vale y crece en la medida en que se fortalece internamente y se expande. Es “la” universidad del país, a pesar de los que la ven con desdén. Es evidente que está llena de problemas, algunos de ellos provocados por los que a lo largo de su historia la han usado, y hoy por burócratas que le escatiman presupuesto, pero en las buenas y en las malas ha sido una especie de faro del país.
Su actividad política ha sido siempre polémica y clave en muchos movimientos sociales, sin soslayar los momentos adversos que ha vivido. Ha pasado por radicalismos, los cuales al fin y al cabo se han dado en medio de la libertad bajo la cual vive sin restricción, hasta por provocadores y porros que se trepan en la Universidad para delinquir más que para manifestarse.
El Premio Príncipe de Asturias en “Comunicación y Humanidades” es una muy buena noticia en un país en donde los legisladores optan por cobrar más impuestos a ciudadanos, a los que les siguen pasando la cuenta de boquetes económicos y fiscales que no han provocado. El reconocimiento a la UNAM debe ser visto como parte de lo mucho que tenemos y que debemos saber fortalecer y apreciar. No podemos seguir en el todos contra todos. El galardón abre puertas, entremos.
¡OUUUCHCHCHCH! No se movió de su silla el presidente Zapatero. Vio cómo la vicepresidenta “atendía” a Rajoy, quien se hacía bolas una y otra vez. Todo esto fue en las Cortes en medio de una muy intensa discusión sobre el presupuesto. Estaban todos: el presidente, el gabinete, la oposición, líderes sindicales, empresarios. ¿Cuándo por allá?
El caso hondureño se ha convertido en un asunto emblemático. La desafortunada declaración del presidente depuesto de Honduras sobre López Obrador, en lugar de saberse leer se tomó como una afrenta que provocó que el Gobierno se hiciera a un lado de un conflicto que tenemos a la vuelta de la esquina. El Gobierno de Calderón se dejó ir por impulsos en lugar de hacer a un lado la imprudente declaración. Lo que está de por medio son la democracia y las instituciones de nuestros vecinos geográficos y de origen. Hemos pasado de la imprudencia foxista a la pasividad calderonista.
Para España, México es un referente que se empieza a diluir. El reconocimiento a la UNAM le cambia un poco la mirada a muchos universitarios y periodistas. La presencia del rector en la Universidad de Oviedo, de Salamanca y Zaragoza ha provocado repercusiones favorables, las cuales empiezan a expandirse. Han servido para ver otras caras de México, y no sólo las que nos agobian.
El reconocimiento a la UNAM tiene que ser valorado en el Gobierno, en el Legislativo, y particularmente en el ámbito de la educación. La UNAM es una especie de centro rector que vale y crece en la medida en que se fortalece internamente y se expande. Es “la” universidad del país, a pesar de los que la ven con desdén. Es evidente que está llena de problemas, algunos de ellos provocados por los que a lo largo de su historia la han usado, y hoy por burócratas que le escatiman presupuesto, pero en las buenas y en las malas ha sido una especie de faro del país.
Su actividad política ha sido siempre polémica y clave en muchos movimientos sociales, sin soslayar los momentos adversos que ha vivido. Ha pasado por radicalismos, los cuales al fin y al cabo se han dado en medio de la libertad bajo la cual vive sin restricción, hasta por provocadores y porros que se trepan en la Universidad para delinquir más que para manifestarse.
El Premio Príncipe de Asturias en “Comunicación y Humanidades” es una muy buena noticia en un país en donde los legisladores optan por cobrar más impuestos a ciudadanos, a los que les siguen pasando la cuenta de boquetes económicos y fiscales que no han provocado. El reconocimiento a la UNAM debe ser visto como parte de lo mucho que tenemos y que debemos saber fortalecer y apreciar. No podemos seguir en el todos contra todos. El galardón abre puertas, entremos.
¡OUUUCHCHCHCH! No se movió de su silla el presidente Zapatero. Vio cómo la vicepresidenta “atendía” a Rajoy, quien se hacía bolas una y otra vez. Todo esto fue en las Cortes en medio de una muy intensa discusión sobre el presupuesto. Estaban todos: el presidente, el gabinete, la oposición, líderes sindicales, empresarios. ¿Cuándo por allá?
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