México
Hillary en México
Es claro que la complejidad del problema del crimen organizado internacional se ha atascado en un juego de reclamos mutuos: los fundamentalistas de allá señalan a México como un monolito de sangre y corrupción
Podrán cambiar las tácticas y las estrategias, aseguró en entrevista exclusiva con CNNMéxico.com, pero por el interés de la seguridad y el bienestar de sus ciudadanos, ningún líder mexicano puede abandonar el combate al crimen organizado, aseveró respondiendo a la pregunta explícita de si confiaba que esta política se mantendría en caso de una victoria del puntero del Partido Revolucionario Institucional, el gobernador del Estado de México Enrique Peña Nieto, o cualquier otro candidato del Partido de la Revolución Democrática.
En el Teatro Juárez, de la ciudad de Guanajuato, la secretaria de Estado parafraseó la máxima del Benemérito de las Américas, “El respeto al derecho ajeno es la paz”, indicando que trabajarían “con cualquier Gobierno que el pueblo mexicano eligiera democráticamente”; pero como es usual en la política estadounidense, dejó en claro que Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses. “Trabajamos hoy con el Presidente Calderón”, dijo, y agregó que trabajarán con quien quiera llevar adelante la estrategia que detenga el tráfico ilegal de estupefacientes que tanto demandan sus ciudadanos del otro lado de la frontera.
No son buenas noticias para la relación bilateral que está “narcotizada”. No son buenas noticias para México con sus 15 mil muertos en 2010.
Es claro que la complejidad del problema del crimen organizado internacional se ha atascado en un juego de reclamos mutuos: los fundamentalistas de allá señalan a México como un monolito de sangre y corrupción, los de acá describen a Estados Unidos como el paraíso de las armas, el “lavado” de dinero y los drogadictos.
Ni uno ni otro escenario deja el espacio suficiente para ver que debajo de los estereotipos hay dos pueblos que podrían trabajar conjuntamente para proyectarse con mayor competitividad económica en el escenario mundial.
Que la vecindad no es una maldición, al contrario, los ciudadanos que respetan la ley en ambos países, que son mayoría, tienen mucho en común: quieren, queremos vivir en un entorno constructivo, pacífico, donde nosotros y nuestras familias puedan florecer.
Mientras el tema del narcotráfico siga dominando las conversaciones entre nuestros dos países, perderemos una enorme oportunidad de construir puentes que proyecten a la región norteamericana —Canadá, Estados Unidos y México— como un motor de crecimiento para el mundo, estaremos dejando paso al crecimiento chino, que no necesariamente representa los valores de libertad, igualdad y solidaridad que dieron origen a la fundación de nuestras respectivas naciones.
Con el escenario frente a nosotros se anuncia un periodo oscuro. La frase de que se va a poner peor antes de que mejore, aplica cabalmente y habrá que hacer una reevaluación de las fuerzas colectivas y las personales.
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