México

''Hay desencanto con la vida política''

El ex titular del IFE señala que hay avances en democracia, pero que hay déficit tales como cohesión social, crecimiento económico y gobernabilidad

GUADALAJARA, JALISCO (01/OCT/2012).- José Woldenberg se instaló en un sillón azul del Fondo de Cultura Económica (FCE) de la “Joseluisa”, miró el reloj y advirtió, “ya es tarde”, “supongo que con lo que ya escuchó de la sesión de preguntas podrá armar su nota, ¿no?”.

El sociólogo había terminado una charla sobre su libro La mecánica del cambio político en México. Elecciones, partidos y reforma, en la que al final respondió inquietudes de los asistentes sobre el papel de los medios en la pasada elección, el impacto del movimiento #YoSoy132, si se podía restringir el voto a las personas “mínimamente” informadas para ejercer este derecho y si opinaba que había habido fraude.

“La entrevista es sólo del libro, ¿verdad?”, advirtió Woldenberg antes de hablar de su escrito que –asegura— “propone comenzar la historia de la nueva democracia”.

— ¿Cómo evalúa esta última elección?

— Primero voy a explicar lo que entiendo por transición. El libro trata del periodo de 1977 a 1997, en el que afirmamos que México fue capaz de reconstruir un sistema autoritario y de construir una germinal democracia.

Pasamos del sistema de partido casi único y de elecciones sin competencia a un sistema multipartidista y elecciones muy competidas. Eso modificó el mundo de la representación política. Hay quien dice que el cambio fue sólo electoral, pero es no entender la centralidad de las elecciones. Lo que se transformó fue el régimen político, pasamos de la presidencia omnipotente, de un Congreso subordinado a la voluntad presidencial, a poderes autónomos. ¿Qué hemos vivido luego de la transición? Elecciones recurrentes, en las que los humores públicos van cambiando y remodelando el espacio de la representación. En la elección presidencial pasada la tercera parte votó por el PRI, después de dos elecciones en las que ganó el PAN. Tenemos fenómenos de alternancia en todo el país.  Y eso es lo que se ve ahora.

— ¿Qué pasa con el malestar de la población ante los políticos, incluso ante el sistema democrático?

— Hay un desencanto, pero quiero pensar que no es con la democracia, sino con la vida política y creo que las fuentes del malestar son diversas. Hay primero un déficit de comprensión de lo que hemos visto. No se conoce la historia reciente y por tanto no se puede evaluar. Otro déficit es de comprensión sobre qué es la democracia, una fórmula que permite la convivencia y la competencia de la diversidad política.

Cuando el latinobarómetro hace preguntas de si puede haber democracia sin partidos, a mí me salta a la vista que la mitad de los mexicanos creen que sí, eso implica que no saben qué significa qué es la democracia.

Hay otros tres déficits quizá más profundos: de cohesión social, porque no somos un país integrado debido a la profunda desigualdad, lo que hace difícil generar sentido de pertenencia; de falta de crecimiento económico, pues México no genera empleos formales y hay miles de jóvenes no encuentran espacio ni en el mundo laboral ni en el educativo; y el último es de gobernabilidad, ya que cada vez es más difícil gobernar. Nadie puede hacer su voluntad como antes y hay de repente la añoranza de los tiempos de cuando el Presidente decía y todos se replicaban. Todo eso junto explica el malestar social.

— ¿Qué implican procesos autonómicos como los de Cherán en un sistema democrático?

— Es muy complicado, no hay que hacer de una golondrina el verano. El caso de Cherán no tuvo elecciones porque la comunidad, muy agraviada por lo que hacían los talamontes y los narcos, decidió enclaustrarse y armarse para autodefenderse.

Por supuesto que es una situación anómala, preocupante y que debe ser resuelta en mejores términos, pero yendo a las causas, atendiendo la tala, dando garantías y persiguiendo a los narcos. México no puede ser visto por esa experiencia.

— Si más comunidades se plantean esa posibilidad…

— ¡Dígame dónde !

— Hay poblaciones que han discutido esa posibilidad.

— No puede nombrar ni un solo lugar donde no haya habido elecciones.

— Más allá de si hubo elecciones en julio de 2012, ¿cuál es el lugar de los planteamientos autonómicos en una democracia?

— No entiendo… Ya le contesté.

— ¿Qué nos queda de las raíces autoritarias?

— Pues muchas cosas, la pulsión más arraigada que tenemos es la autoritaria. Cuando alguien ocupa un cargo de representación, lo primero que quizá se le activa es hacer su voluntad, y lo que tenemos que aprender es que vivimos con otros y que hay que construir decisiones en común. Eso es lo difícil de la democracia.

Por ejemplo, hemos construido órganos autónomos en distintos campos, las comisiones de derechos humanos, institutos de transparencia, electorales, pero en los estados hay autoridades que no saben convivir con ellas, y pretenden cooptarlos y ser ellos (los gobernadores) quienes mandan sobre los organismos.

— ¿Qué opina sobre la propuesta del PRI de eliminar los diputados plurinominales?

— Sería un error de enormes dimensiones eliminarlos, porque lo que estaríamos construyendo es una mayoría artificial.

Es decir, parto de la idea de que los votos tienen que traducirse en escaños de la manera más proporcional posible, que es parte del código genético de una democracia; y si a través de la fórmula electoral le damos a un partido la mayoría absoluta de escaños, estamos desvirtuando la representación.

Espero que quienes quieren abolirlo no prosperen, porque en el Congreso hay gente que sabe la fuerza que tienen los plurinominales para integrar la representación que se haga cargo de la diversidad.

PERFIL

Actor en el proceso democrático

José Woldenberg Karakowsky


Es un académico y político nacido en Monterrey, en 1952.

Licenciado en sociología y maestro en Estudios Latinoamericanos con doctorado en Ciencias Políticas por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Su actividad más conocida fue cuando presidió el Instituto Federal Electoral entre octubre de 1996 y octubre de 2003, y le tocó la primera transición presidencial, en 2000.

Fue presidente del Instituto de Estudios de la Transición Democrática.

Militó en los partidos Socialista Unificado de México (1981-1987), Mexicano Socialista (1987-1989) y de la Revolución Democrática (1989-1991).

En 2004 recibió el Premio Nacional de Periodisma en la categoría de reportaje/periodismo de investigación.

Ha escrito libros como "El cambio democrático y la educación cívica en México" (2007); "Los partidos políticos y las elecciones de los Estados Unidos Mexicanos" (2006); "Después de la transición. Gobernabilidad, espacio público y derechos" (2006) y "La construcción de la democracia" (2003).
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