México

Haití, mamá chérie

La furia de la Naturaleza en forma de terremoto con cuerpo de serpiente es la última memoria de esa gente

A la isla bajo el mar, van todos los muertos. Saint-Domingue tiene su z’etoile, eclipsada por nubes de muerte. Las loas dan la espalda. Haití profundo no está rodeado de mar; lo ahoga la tragedia miserable. Es tierra de maldiciones divinas y humanas; la hicieron 600 mil negros arrancados de Guinea y Dahomey; esclavos atados con hierro francés. Demasiada sangre empapa su historia.

La furia de la Naturaleza en forma de terremoto con cuerpo de serpiente es la última memoria de esa gente. La fetidez de los cadáveres huele más allá del puerto, no ahora; desde siempre.

Los vivos deambulan con ojos de ultratumba. El hambre se mitiga mascando lagartijas y durmiendo. La sombra es lujo.

Papa Bondye no puede deglutir la desolación. Erzuli, loa de las virtudes y el amor, se derrumba; ya no es más veloz que el látigo del Grandblanc. Callan los tambores Djembes, con su voz de bosque. Los hungan y las mamans con assón vudú, son inútiles. Los enemigos carecen de fuerza para odiarse; sufren dolor y fatiga. Las aves de la noche vuelan de día. Ni el espíritu de Macandal es capaz de liberarlos del miedo. Reina Ghédé, la loa del mundo de los muertos; la catástrofe vomita en los ti-bon-ange (las almas).

En la mitología del vudú, un zombie es un muerto ambulante. Es un muerto no muerto; un vivo sin vida. Haití es un país zombie. El muerto no resucita aunque tropiece con cadáveres regados en la tierra; está sojuzgado después de la muerte, a la voluntad de quien le devuelva la vida. El círculo necesidad-ayuda, es vicioso. El destino, la miseria tutelada.

Ni para la dignidad sirvieron dos siglos de independencia del primer Estado soberano del Continente; liberado de las cadenas de la esclavitud en los tiempos del colonialismo. Haití nació arruinado, sin salvación; sin remedio; terminó en Estado criminal. Saint-Domingue fue un territorio transformado por Francia en la colonia de explotación más rentable del Nuevo Mundo; producía más riquezas que toda la América española.

Hoy es un país miserable y abandonado; siete millones sobreviven con 25 pesos diarios; tiene un desarrollo similar a los países africanos más pobres; menos de un millón cuenta con electricidad, 2% con agua entubada, 1% con teléfono; padece 120 mil infectados de sida. La historia es tan negra, como el alma del sátrapa Francois Papa Doc Duvalier o de los imperios que la han expoliado.

Un proverbio rotundo sentencia: “Más allá de las montañas, hay montañas”; no importan los esfuerzos para llegar a la cima, lo único que sigue es otra montaña; otro atolladero. El intelectual Rafael Segovia escribe: “La historia (de Haití) ya ni nos conmueve de lo trágica que es”.

RENDIJA: “Llora, llora Zarité, porque esclavo que llora vive… mientras llora” (frase inspirada en “La Isla Bajo el Mar”, de Isabel Allende).
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