México

Gripe legislativa

Por Vicente BELLO

Al PAN y PRI en el Senado de la República les quedó como anillo al dedo la gran expectación de la emergencia derivada de la gripe porcina, porque han aprobado simplificando el trámite legislativo un conjunto de reformas financieras cuyo desenlace más feliz lo estarán festejando las grandes empresas del país, que ahora podrán mirar en su horizonte del corto plazo la posibilidad de socializar sus deudas --y hacerse de financiamientos propios para Pymes--; ni más ni menos, como cuando el Fobaproa aquel en que los bancos facturaron sus pérdidas al contribuyente.

En San Lázaro, para estos dos partidos políticos ayuntados en las buenas, en las malas y en las siniestras, han aprobado también sin mayores preámbulos las modificaciones a la Ley de Obras Públicas, que permitirán a las empresas diseñadoras de un proyecto competir en licitaciones por la misma obra que han ideado. Pan comido. Verbigracia: la empresa que diseñe la refinería en ciernes ya podrá competir por su construcción, con la ventaja de tener la información privilegiada.

Y otra gracia más de los senadores: con su manojo de dictámenes que ayer, a las 18:20 horas, aprobaban con premura, han establecido que la cartera vencida de la Financiera Rural pueda ser vendida a terceros, lo que en buen romance no es más que la permisión para que intermediarios se pongan a cobrar a productores rurales cuando éstos se atrasen en sus pagos de deuda.

Penúltimo sesionar ordinario del periodo; pero también de la LX Legislatura. En San Lázaro y Xicoténcatl se legislaba en un momento de excepcionalidad caracterizado por la prisa.

En lo que fue su último tema del día, los senadores aprobaron en conjunto, en tropel, de a montón, los siguientes dictámenes: Ley de Instituciones de Crédito; Ley Orgánica del Banco Nacional de Comercio Exterior; Ley Orgánica del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos; Ley Orgánica del Banco Nacional del Ejército, Fuerza Aérea y Armada; Ley Orgánica del Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros; Ley Orgánica de la Sociedad Hipotecaria Federal; Ley Orgánica de la Financiera Rural, y Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito.

Hacía dos horas, el pleno había aprobado ese conjunto de tres leyes (Ley General de Salud, Código Penal Federal y Código de Procedimientos Penales) mejor conocido como “Ley contra el narcomenudeo”. Todos, unánimes, las aprobaron. Pero lo que no podían unos tragar ni con aceite era este último manojo de procesos legislativos, relacionados con la banca de desarrollo.

El senador Jesús Garibay (PRD): “Lo que preocupa verdaderamente es que al igual que ahora lo hacen con los deudores de los créditos del Infonavit, cartera que fue vendida, nos preocupa que la cartera vencida de los campesinos vaya a tener el mismo destino”. Y apostillaba: “Lo que sería una verdadera traición a la Patria”.

Otro que respingó fue Ricardo Monreal (PT), quien pedía al pleno quitar de la fracción 24 del artículo siete de la Ley Orgánica de la Financiera Rural --uno de los cambios que hacía unos minutos, por cierto, había propuesto el presidente de la Comisión de Hacienda, José Isabel Trejo--, el siguiente rezo: “Realizar la venta y cesión de los derechos de cobro de cartera crediticia, previa autorización específica del consejo”.

Monreal acotó: “Sería muy grave que votaran esta adición. Perjudicaría invariablemente a todos los productores del campo en un momento tan difícil y tan complicado para todos”.

Hacía unos instantes este mismo senador había criticado con dureza los cambios que anunciaban para la Ley de Instituciones de Crédito; cambios con una dedicatoria específica, según decía: beneficiar a empresas como Comercial Mexicana, Vitro, Coppel, Chedraui. Y otras grandes empresas que pretenderían beneficiarse con dinero de los 47 mil millones de dólares aquellos que ofreció la banca internacional al Gobierno de Felipe Calderón. Empresas que, coincidentemente, jugaron en la guerra sucia de 2006.

El Senado había iniciado su sesionar a las 12 y minutos del día, y concluyó a las 18:20 horas. La Cámara de Diputados fue mucho más rauda: inició a las 13 horas y minutos; y concluía a las 15 y minutos. Suficiente para votar una docena de dictámenes. Una sola votación era suficiente para votar de a cuatro dictámenes. La justificación era clara e inobjetable: la emergencia por la gripe porcina.

Una gripe, por cierto, cuyos orígenes no han sido probados de que realmente sean esos animales nobles y bien hechores de la Humanidad, de cuyos organismos lo mismo han salido kilos de chicharrones y carnitas michoacanas, hasta hígados, arterias y una gran infinidad de órganos que han refaccionado a miles de personas en todo el mundo.
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