México

Gómez Mont y Castillo Peraza

Inopinadamente, el 10 de noviembre de 2008, tras la trágica muerte de Juan Camilo Mouriño, Felipe Calderón designó en su lugar a Fernando Gómez Mont

Inopinadamente, el 10 de noviembre de 2008, tras la trágica muerte de Juan Camilo Mouriño, el Presidente Felipe Calderón designó en su lugar, como secretario de Gobernación, a Fernando Francisco Gómez Mont Urueta, un prestigiado abogado y de esos llamados panistas desde la cuna, por haber iniciado su participación en el Partido Acción Nacional (PAN) apenas en la adolescencia y ser hijo de uno de sus fundadores.

Durante la presentación del nuevo titular de Gobernación, el Mandatario incluyó en su discurso un párrafo fundamental, que esbozaba el talante del nuevo funcionario: “Fernando Gómez-Mont fue una pieza clave en el proceso de transición democrática pacífica, que tuvo lugar en el país a partir de la elección de 1988; defensor de triunfos electorales obtenidos en distritos y municipios del país por parte de la entonces oposición; al mismo tiempo, se consolidó como un interlocutor válido, firme y respetado por diversos actores políticos”.

Esas 59 palabras pintaban uno de los rasgos fundamentales que como político y jurista habían forjado la estatura de Gómez Mont. “Pieza clave en el proceso de transición democrática pacífica” y, por ello, “interlocutor válido, firme y respetado”.

Muy probablemente esas expresiones de Calderón resonaron en la mente del secretario de Gobernación el miércoles 10, cuando le hizo llegar a César Nava, dirigente nacional del PAN e incondicional de Calderón, su carta de renuncia a la larga militancia blanquiazul.

En varias ocasiones, de manera clara y contundente, Gómez Mont se expresó en contra de las alianzas electorales que han venido fraguando el PAN y otros partidos, destacadamente el de la Revolución Democrática (PRD) para arrebatarle al Partido Revolucionario Institucional (PRI) los enclaves estatales que ha dominado a lo largo de ocho décadas. El titular de Gobernación las llamó “fraude”, y cuestionó el pragmatismo electoral que está impulsando la dirigencia panista, muy probablemente con la anuencia presidencial.

Carlos Castillo Peraza, probablemente el último ideólogo auténtico del PAN, escribió, a propósito de los episodios de la “transición democrática pacífica” de 1988, un texto recogido en el libro “El porvenir posible”, compilado por Alonso Lujambio y Germán Martínez Cázares:

“…El camino que siguió la inmensa mayoría de quienes esgrimieron ‘la pureza doctrinal’ como bandera, mostró la firmeza de sus ideas: terminaron como socios o candidatos de partidos cuyos principios doctrinales y expresiones ideológicas o programáticas, independientemente de su verdad o certeza, son distintas a las del PAN. En nombre del rechazo a lo que llamaron ‘pragmatismo panista’, acabaron como instrumentos del pragmatismo no panista”.

Castillo Peraza terminó por marcharse del PAN, desilusionado de los “doctrinarios”, incluyendo a su pupilo Felipe Calderón. Ahora Fernando Gómez Mont ya hizo lo mismo.
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