México
¡Festejemos!… ¿a quiénes?
A dos de las rebeliones más importantes del pueblo mexicano los grupos en el poder las transformaron en monumentos y estatuas, nombres de calles, escuelas o ciudades
Se trata de un texto con una perspectiva distinta a la oficial, a la versión de héroes de estampita, al jolgorio patriótico anual septembrino, o a la demagogia de los sucesivos grupos gobernantes que, salvo excepciones, se apoderaron de los discursos de la Independencia y la Revolución para legitimarse, que los enaltecieron para autonombrarse herederos (PRI) o admiradores (PAN) de ambos movimientos, que los usaron a su favor mientras daban migajas a los excluidos y avalaban la acumulación de riqueza en pocas manos.
A dos de las rebeliones más importantes del pueblo mexicano los grupos en el poder las transformaron en monumentos y estatuas, nombres de calles, escuelas o ciudades; en historias incompletas o mutiladas; en desfiles cívicos y gritos de Independencia proferidos por quienes han entregado el país a empresas extranjeras; en vítores a 1910 cuando en el agro campea la miseria que ofende cualquier espíritu sensible. ¿Celebrar un centenario y un bicentenario de movimientos que lucharon por mejores condiciones de vida de los marginados en un momento en que la pobreza es insultante y contrasta con un grupito de multimillonarios, entre estos el hombre más rico del mundo?
James D. Cockcroft, autor también de Precursores intelectuales de la Revolución Mexicana, revela cómo los indígenas y las mujeres son dos grupos que han tenido un papel relevante en la historia de nuestro país y de sus luchas sociales, dos grupos a los que se les ha escamoteado su presencia masiva, detrás, al frente o a un lado de quienes los lideraron. Miles de indígenas y mujeres participaron en rebeliones “desde abajo”, desde comunidades, barrios o talleres, antes, durante o después de las guerras de Independencia y de la Revolución Mexicana.
Las masas empobrecidas siempre estuvieron, en los distintos contextos históricos, en esa lucha permanente, que continúa, por defender y garantizar sus derechos laborales, humanos, económicos y políticos, que aseguren un mejor país a los que sobreviven en el sótano de éste, y no sólo a la clase media comodina y las élites.
Sí, festejemos a nuestros héroes de la Independencia y la Revolución. Lo merecen. Pero también reivindiquemos al pueblo trabajador y empobrecido, a indígenas, mujeres, campesinos, jóvenes y obreros, incluidos clérigos, intelectuales y militares patriotas, base social de los principales movimientos mexicanos.
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