México

Felipulitzer

El Presidente Calderón sueña, no como aquel personaje de García Márquez que se alquilaba para soñar, sino más bien como Martín Luther King

No fue un día cualquiera. Fue el miércoles, cuando mataron a 29 personas en Chihuahua, incluidos cuatro estudiantes; fusilaron a ocho hombres de entre 17 y 40 años en Ciudad Juárez; asesinaron a cinco con armas de alto calibre en Acapulco y otros municipios; soldados del Ejército Mexicano liberaron en un rancho de Nuevo León a l6 secuestrados y encadenados; encontraron casi siete millones de pesos en casa de una ex funcionaria asesinada en Saltillo; un grupo de paramilitares encapuchados atacó a balazos una caravana de civiles en Oaxaca y mató a dos, entre ellos un finlandés, y dejó ocho en calidad de desaparecidos.

En medio de esa abundancia casi bíblica de desastres (los anotados son ejemplos dispersos), el Presidente Calderón sueña, no como aquel personaje de García Márquez que se alquilaba para soñar, sino más bien como Martín Luther King, quien soñaba convertir en realidad su sueño.

Ese miércoles en Monterrey, ausente el ingenuo Joaquín Sabina y tranquila la patria, el señor Calderón sin la angustia de las prisas dedicó tiempo a soñar despierto su periódico ideal. “Sueño algún día poder ver, leer o escuchar en un medio en el que hay dos partes en la página. En una los hechos o las noticias malas y en otro las noticias buenas. Ya sabrá uno ponderar. Es impresionante ver una página de niños víctimas (de la guerra contra el narco) que es lo que más duele a cualquiera: primera plana, plana tres, plana cuatro más completa. Y en la página 16 una foto de este tamañito con un soldado cargando a un niño de año y medio de edad que acaban de rescatar. Porque esa foto le da sentido a lo que hacemos”, dijo don Felipe a 150 estudiantes y empresarios que no obstante su selección a modo le resultaron respondones.

El sueño presidencial equivale, así lo percibimos, a una cátedra de comunicación. Viene a modificar la primera lección del primer día del primer curso de las escuelas de periodismo: “No es noticia que un perro muerda a un señor; es noticia que un señor muerda a un perro”. Desde ahora también es noticia que un perro muerda a un señor.

Si el buen juez por su casa empieza, empecemos por dedicar media plana a los discursos y dejemos la otra media en blanco.

O media plana a discursos y la otra a hechos. O media plana a discursos y la otra media a lo que cualquiera opina de los discursos. O media plana a discursos y la otra al crucigrama. Las aplicaciones son infinitas. Se abren al periodismo mundial horizontes insospechados. La aportación al oficio es de agradecerse, sobre todo en estos procelosos tiempos en que inventos satánicos amenazan la segunda profesión más vieja del mundo. Esto no es un asunto de perros y señores que se muerden unos a otros. Es cosa de equilibrio. Ni más ni menos.

Soñemos juntos, unidos, solidarios. Y si usted no sueña, perciba.

Soñar es percibir dormido.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando