México
Estrictamente personal
La farsa en el PRI
No se escapa nadie. Moreira está enfrentado a Beatriz Paredes, la presidente saliente, quien se encargó en los últimos días de sabotear su llegada. Francisco Rojas, el coordinador de la bancada del PRI en el Congreso, trae una cruzada contra el presidente del Senado, Manlio Fabio Beltrones, a quien está torpedeando por todos lados. Al menos un gobernador vinculado al mexiquense Enrique Peña Nieto, está siendo acusado de traicionar al partido para perjudicar a Beltrones, y las sospechas abundan.
Todos estarán institucionalmente disciplinados en Querétaro, pero los rayos y centellas en el cielo priista evocan los tiempos de las campañas presidenciales de Francisco Labastida y Roberto Madrazo, cuando el PRI perdió el poder y se fue al tercer lugar como fuerza política. Tras la recuperación electoral del partido lo que parecía ser una marcha triunfal de regreso a Los Pinos en 2012, el PRI se ha convertido en un gran campo de batallas múltiples.
“Los pleitos realmente están muy fuertes”, admitió una de las figuras emergentes del tricolor. El que más sorprende es el de Paredes contra Moreira, al impedir que le hicieran la entrega del despacho a su equipo, con lo que llegará este domingo a su nueva oficina para descubrir, literalmente hablando, qué le dejaron, y seguir inflamándose su hígado.
Paredes le metió el pie a su sucesor repetidamente esta semana. Primero, difundió un comunicado de prensa donde advirtió a los medios que no tendrían acceso al evento en Querétaro, dejando entrever que eran instrucciones de Moreira, a quien en realidad dejó al margen de la logística del evento. Luego, grabó el miércoles un spot para empezar a difundirse en medios electrónicos el próximo lunes, lo que ya fue bloqueado.
“Cómo se le ocurrió si ella ya no será líder del PRI”, se quejó un colaborador del nuevo dirigente. “Qué quiere, ¿qué Moreira empiece su gestión con una auditoría?”. Paredes y Moreira se reunieron el miércoles para tratar de que el conflicto no se ahonde, en un acto de civilidad que no se ve en otras trincheras, como en la de Rojas, que dispara su metralla contra Beltrones.
Rojas ha detenido varias iniciativas del Senado en el Congreso y descalificado la iniciativa de reforma fiscal que les enviaron sus correligionarios de la Cámara alta –los mexiquenses la interpretaron, previo a las elecciones para gobernador en ese Estado, como una jugada tramposa para dañarlos electoralmente--, y esta semana llegó al extremo de amenazar a los diputados priistas que si asistían a un evento que organizó Beltrones con el sector popular del partido, lo interpretaría como que “hubieran tomado el otro bando”, y habría consecuencias.
Nunca se había socializado el conflicto de esta manera, lo que refleja el ánimo en el que se encuentran los diferentes bloques de poder dentro del PRI. En el equipo de Beltrones se sienten agredidos y atacados por el equipo de Peña Nieto --a quien se supone responde-- ha alimentado la campaña de medios en contra el mexiquense.
Las sospechas de juego sucio dentro del PRI han detonado el espionaje telefónico entre ellos. Entre las grabaciones que circulan está una supuesta llamada del gobernador de Hidalgo, Miguel Ángel Osorio Chong, al hoy gobernador electo de Guerrero, Ángel Heladio Aguirre, donde presuntamente este le agradece “por los dulces y chocolates” que le envió durante la campaña electoral ante el priista Manuel Añorve, candidato de Beltrones. Cercanos a Osorio Chong, incondicional de Peña Nieto, dicen que esa grabación es falsa.
Cierto. No es nuevo que los priistas se pierdan la confianza. Lo inédito es que rompan lanzas de manera tan pública y violenta. Moreira tiene buena interlocución con Beltrones y Peña Nieto, pero tendrá que interceder no sólo entre ellos, sino entre sus subalternos que animan la pelea, y otros grupos interesados en que los dos se enfrenten.
Lo que está en juego es la Presidencia de la República, aunque por la dinámica del conflicto, ya no se ve claro si en realidad todos los priistas quieren llegar a ese puerto en 2012, o mantener el status quo de la última década.
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