México
Estrictamente personal
Truenos en el PRI
El punto de quiebre comenzó al surgir como candidato a Manuel Añorve, impulsado por el senador Beltrones, y a un proceso adicional que pasó desapercibido: ¿quién sería el sustituto de Añorve en la presidencia municipal de Acapulco? Añorve fue cuestionado por el gobernador Peña Nieto, quien se inclinaba por Ángel Heladio Aguirre.
La razón no es sólo su compadrazgo. En las elecciones intermedias de 2009, el dinero que enviaron los gobernadores priistas a Guerrero se canalizó a través de Aguirre. Es decir, la estructura política estaba bajo su control. Peña Nieto decía que era un error hacer a un lado a Aguirre, pero una vez consumado, apuntó, había que tener cuidado en el relevo de Añorve en Acapulco, donde está casi 30% del voto.
Añorve, quien también había recibido el apoyo de Paredes, negoció directamente con la líder nacional del partido su relevo, y colocaron a José Luis Ávila, su secretario de Finanzas. Si Beltrones impuso a Añorve, Paredes hizo lo mismo con Ávila. Peña Nieto, quien mantuvo su respaldo económico al priista, supo una semana antes de la elección que la derrota estaba cantada y se alejó.
El error estratégico de Paredes no sólo le costó la elección al PRI, sino que casi duplicó el número de votos de la coalición de izquierda que encabezó el detractor Aguirre. Añorve puso de su parte. Firmó un convenio de mercadotecnia electoral con Televisa, que le puso como estratega a Liébano Sáenz y su Gabinete de Comunicación Estratégica. Dos meses antes de la elección, no tenía ninguna operación de campo; el jueves previo a la elección, ni siquiera habían podido desplazar vehículos a municipios clave para la movilización durante la jornada.
Es probable que la suma de estos factores provocara que la votación por Aguirre fuera superior en casi 13 puntos al esperado por los priistas (a razón estimada de 12 mil votos por punto), pese a que Añorve inyectó casi el doble en la campaña de lo que gastó su adversario.
La derrota en Guerrero movilizó a los priistas. Beltrones empujó a Añorve a impugnar los resultados, más como control de daños a su futuro político inmediato, que convencido de una voltereta postelectoral. Peña Nieto, ante la percepción creciente de que una alianza PRD-PAN sí podría infligir daño a su candidato en las próximas elecciones para gobernador en el Estado de México, reaccionó.
Como nunca antes, Peña Nieto tomó los micrófonos repetidamente para hablar sobre temas electorales, feminicidios y criticar al Presidente Felipe Calderón. Al mismo tiempo, el mexiquense Francisco Rojas, coordinador de la bancada del PRI en la Cámara de Diputados, desconoció públicamente un acuerdo privado con los senadores del PRI sobre una iniciativa fiscal, y lo descalificó.
Rojas actuó sin consultar al resto de los diputados, y propició un golpe directo a Beltrones, creador e impulsor principal de la iniciativa, a quien los mexiquenses exhibieron y dejaron aislado y vulnerable. Con Paredes, la reacción fue más violenta, aunque menos pública.
En reuniones internas de jerarcas, bloquearon su intento por regresar a la Cámara de Diputados como coordinadora de la bancada tras dejar la presidencia del partido. Rojas se queda y ella estará subordinada a él. “Será una guerrera solitaria”, dijo Paredes, quien tiene perdida la confianza del resto de los líderes del partido.
Pero tampoco hay confianza entre ellos. Colaboradores de Peña Nieto están convencidos de que del equipo de Beltrones salen los golpes mediáticos contra el gobernador. El equipo de Beltrones asegura que Rojas, y otros dos diputados mexiquenses, Luis Videgaray y Emilio Chuayffet, han buscado neutralizar toda la posible fuerza del senador en el Congreso. Los truenos en el cielo del PRI ya fueron escuchados por todos. La tormenta en el partido ya comenzó.
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