México
Estrictamente personal
El secreto del Distrito 6
Si bien esa lógica se aplica en la mayoría de los narcobloqueos, no así esa noche. Los sucesos se dieron en forma simultánea, y la ejecución de los bloqueos fue tan bien sincronizada que es imposible que su planeación se realizara en tiempo real. Los bloqueos se dieron en series de cinco en cinco, aproximadamente, generando la sensación de caos en la capital, donde gobernadores, líderes del PRI y el secretario de Seguridad Pública Federal, acudían al acto con Medina.
El objetivo de los bloqueos fue logrado. A la mañana siguiente, “El Norte”, que domina más de 94% del mercado periodístico en el Estado, publicó en su principal titular: “Narcocaos en NL; aplausos en el Informe”. En general, la prensa mezcló todos los sucesos, proyectando la imagen que granadas y bazucas habían sido utilizadas en toda la capital. La realidad fue que ese tipo de fuego sólo se dio en el choque de los marinos con los sicarios —detuvieron al jefe del trasiego de drogas—, pero no en los bloqueos en las calles aledañas al Palacio de Gobierno.
Medina no procesó adecuadamente lo que sucedió en Monterrey esa noche, pese a que durante su mensaje y en diversas entrevistas de prensa denunció que partidos y un medio de comunicación lo estaban acosando. El gobernador acusó al diputado y ex secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, como la vanguardia panista en su contra, y sin mencionarlo identificó a “El Norte” —del Grupo Reforma— como su opositor. El grupo es propiedad mayoritaria de Alejandro Junco, cuyo ex consuegro es el senador Fernando Elizondo, que perdió la gubernatura ante Medina.
Una vez más, el mandatario se equivocó, o no quiere reconocer que sus principales enemigos no se encuentran en el PAN sino en el PRI. Varios diputados federales de su partido han sido los promotores de una campaña de desprestigio sobre su forma de conducir el Gobierno, que encontró eco en las intenciones de empresarios regiomontanos que explora fórmulas legales para sacarlo de la gubernatura. Sin embargo, políticos muy cercanos a Medina comenzaron a abrir la concha del misterio: la desestabilización tiene su origen en el Distrito 6 federal electoral de Nuevo León, que se encuentra al Poniente de Monterrey.
Ese Distrito es la fuente de la pesadilla de Medina. Ese distrito federal electoral lo componen colonias donde hay residencias de gente de la que nadie sabe su origen ni procedencia. Fuentes de áreas de seguridad en Monterrey sostienen que es el lugar donde viven narcotraficantes, pero nadie confirma estas versiones. Lo que sí es cierto es que en esa zona no ha habido enfrentamiento alguno durante los dos últimos años, cuando se dio una balacera que dejó las marcas de los fusiles de alto poder en los muros de varias casas.
Pero la desestabilización no es necesariamente por el narcotráfico, sino política. Por ese distrito —que previamente fue el uno— fue diputado federal en 1994 Natividad González Parás, luego fue gobernador de Nuevo León y predecesor de Medina, a quien le dejó incrustados viejos colaboradores. La principal crítica al mandatario es que no se ha podido cortar ese cordón umbilical, y que no se ha atrevido a dar el manotazo aparentemente porque ese grupo político formado por ex gobernadores y diputados federales, aliado deliberada o inopinadamente con diversos sectores empresariales, es más poderoso que él todavía en la correlación de fuerzas.
Prácticamente todos ellos tienen vinculaciones con González Parás, y forman el grupo del Distrito 6. Salvo la diputada Marcela Guerra, que es otra crítica del trabajo de Medina, todos los demás enemigos ocultos que tiene el mandatario en el PRI surgen en esa zona electoral: los diputados federales Rogelio Cerda, Felipe Enríquez y, Benjamín Clariond. Además, Medina tiene alrededor de él a Mario Guerrero, diputado local con licencia, su suplente Mario Emilio Gutiérrez, y el coordinador del PRI en el Congreso local Héctor Gutiérrez, que pertenecen al grupo político de González Parás, y provienen también de los distritos locales que se encuentran dentro del Distrito 6.
Cerda fue su primer secretario de Gobierno, y se le achacan a ellos dos el inicio de la descomposición en el Estado relacionada con el narcotráfico. Enríquez fue jefe de campaña de González Parás cuando ganó la diputación federal, y se fue con él como secretario particular cuando lo nombraron subsecretario de Gobernación. Guerrero fue presidente del PRI estatal durante el Gobierno de González Parás —hoy es director del Metro—; Héctor Gutiérrez su jefe de oficina; y Mario Emilio Gutiérrez, su secretario privado.
Los políticos cercanos a Medina ven al Distrito 6 como una metáfora para describir la fuente del conflicto en Nuevo León y el origen de la desestablización política. No hay nada concreto que vincule a sus enemigos políticos con los narcobloqueos, pero lo que sucedió la tarde-noche de su Informe presidencial, entra en el esquema de una operación política que utilizó los métodos del narcotráfico.
Medina puede acertar sobre el diagnóstico sobre el PAN, Elizondo y Junco, pero no son, políticamente hablando, los más peligrosos para él. En el mejor de los casos es incompleto. El mayor riesgo, que aprovecha la inercia de “El Norte” en su campaña permanente contra Medina, lo representan los priistas, que conocen sus fortalezas y sus debilidades, y se manejan en el entorno del poder estatal como resultado del entramado que dejó armado el ex gobernador González Parás.
Hasta ahora, Medina la ha librado, Aguantó la primera embestida bipartidista en las semanas previas a su informe pero no los derrotó. A todos los priistas que están actuando a sus espaldas los invitó a su informe y les dio un trato privilegiado. Él afirma que quienes quieren demoler su Gobierno no se encuentran en el PRI. Pero no es el PAN de donde salió la cantaleta: “Rodrigo no aprende, ni prende”. Fue de la bancada neoleonesa en la Cámara de Diputados.
Síguenos en