México
Estrictamente personal
Historias de familia
“Los Zetas” nacieron de un grupo de 33 desertores del Ejército reclutados por Osiel Cárdenas, jefe del cártel del Golfo, como su brazo armado. Con ellos inició su extensión territorial y a disputar plazas en una quinta parte del país. En esa lógica, adhirieron en 2000 a “La Empresa”, un grupo michoacano que se decía preocupado por cómo las drogas, extorsiones y secuestros golpeaban a la sociedad, para expulsar a Los Valencia del Estado. En realidad, “La Empresa” quería quedarse con el negocio, por lo cual comenzaron las fricciones con “Los Zetas” cinco años después.
“La Empresa” fue fundada por Nazario Moreno González, conocido como “El Chayo”, “El Pastor” o “El Más Loco”, quien encabezó la revuelta contra “Los Zetas” cuando comenzaron a cobrar el derecho de piso a los michoacanos en Lázaro Cárdenas, principal Puerto de entrada de los precursores de las metanfetaminas. Las hostilidades estallaron en 2005, pero hasta septiembre de 2006 se formalizó la ruptura, cuando arrojaron cinco cabezas a la pista de baile de un bar en Uruapan.
“La Empresa” pasó a ser “La Familia Michoacana”, con la dirección bicéfala de Moreno González y de Jesús Méndez Vargas, “El Chango”, abajo de los cuales figuraban otros fundadores, Carlos Rosales Mendoza “El Tísico” —quien intentó rescatar a Cárdenas del Penal en 2004 y cayó preso—; Arnoldo Rueda, “La Minsa”, detenido en 2009; Enrique Plancarte Solís, “La Chiva”; y Servando Gómez Martínez, “La Tuta”. En cinco años, “La Familia Michoacana” se convirtió en el cártel más sanguinario y peligroso por su penetración social.
“La Familia Michoacana” surgió en el Sur del Estado, en el corredor que conecta con la Costa Grande de Guerrero, y tiene una enorme influencia magisterial y del ERPI (Ejército Revolucionario Popular Independiente), con quienes tienen lazos informales —todavía no operativos— que la han permeado ideológicamente. Inclusive, “La Tuta” es un maestro originario de esa zona caliente, que tenía bajo su responsabilidad Lázaro Cárdenas y la tarea de controlar Zihuatanejo y Petatlán, en Guerrero.
Este cártel se presentó en sociedad en noviembre de 2006, cuando publicó en los periódicos “La Voz de Michoacán” y “El Sol de Morelia” un desplegado para darse a conocer como organización. En su “declaración de principios” retomaron la retórica guerrillera —“luchar contra la opresión y humillación” de los poderosos—, como su “misión” planteaban la erradicación del secuestro, la extorsión y el narcomenudeo, y como “objetivo” prometían mantener “los valores universales de las personas”.
Fundaron centros de motivación personal, enfocados en las zonas rurales, mediante el cual construyeron bases sociales y adoctrinadas, que les han servido a lo largo del tiempo para movilizarlas contra la autoridad. En varias ocasiones han organizado manifestaciones populares contra de la presencia de militares y policías federales en Michoacán. Una introspección de cómo trabajan la mente se pudo apreciar en los primeros minutos tras la detención de “La Minsa”.
Detenido junto con sus cuatro hijos y subido a un vehículo blindado, los sicarios de “La Minsa” quisieron rescatarlo y atacaron a los vehículos de la Policía Federal con fusiles de asalto y granadas de fragmentación. Los policías le decían que exigiera un alto el fuego, pues sus hijos, en llanto y pánico, podrían morir. Pero “La Minsa” nunca se quebró. Al contrario. Les dijo: Todo lo que debía suceder, si sucedía, sería la voluntad de Dios”.
Ahí estaba la línea teológica y mesiánica introducida en la sociedad por “El Chayo” y “La Familia Michoacana”, que fabrica drogas sintéticas y hace el trasiego de mariguana y cocaína hacia Estados Unidos. Desde 2007 se extendieron de Michoacán a Aguascalientes, Guanajuato, Jalisco y Querétaro, y más adelante hacia el Estado de México y Guerrero. Es responsable de asesinatos, secuestros y extorsiones de empresarios y artistas —como Sergio Gómez, vocalista de K-Paz de la Sierra—, funcionarios y policías, algunos de los cuales los han difundido en YouTube como parte de una estrategia mediática para producir el terror.
Sus sicarios han sido entrenados para superar el miedo y perder todo tipo de escrúpulo y referente moral. Por ejemplo, Miguel Ortiz Miranda, “El Tyson”, detenido en junio pasado, reveló la forma como los enseñan a matar gente. Con un cuchillo de 30 centímetros, dijo, los degüellan. “Se le corta a la altura de la garganta, se le corta la vena... no se siente nada”, admitió. Se les descuartiza para que “la gente nueva que va entrando vaya perdiendo el miedo”. Los obligan a que maten gente y los destacen.
“La Familia Michoacana” es todo un concepto criminal. Sus miembros son obligados a alejarse de las drogas y del alcoholismo, y que se unan a sus familias para lograr un mayor control motivacional y emocional de sus integrantes. Una vez dentro del cártel cambian sus hábitos alimenticios y la rutina de sus noches. Dejan de estar mucho tiempo en la calle, a la que salen a matar, en el nombre de Dios y de sus dioses paganos, “El Chayo” y “El Chango”, criminales consumados.
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