México

Esto sí calienta

Por Vicente BELLO

Se asomó con su rostro delirante y cínico, y ha golpeado con rigor a uno de los pueblos del mundo que más muestras de solidaridad humana han manifestado: el de México. Y, por la vía de la segregación y la discriminación, el racismo se ha comenzado a meter hasta el tuétano de los mexicanos.

Israel, Suiza, Argentina, Cuba, Chile, Perú, China y España se subieron —unos menos agazapados que otros— prácticamente al mismo carro que ha estado atropellando a los hijos de este país uno de los derechos más fundamentales del hombre: el derecho de la igualdad.

La mayoría de estos países han cerrado puertos aéreos y marítimos al tránsito de cualquier persona que se identifique como mexicano. Y otros —los chinos, específicamente— se han atrevido incluso a segregarlos; es decir, a apartarlos por la vía de la fuerza del resto de la gente, de plano marginándolos en situación de presunta cuarentena.

Por fin, un régimen que parecía aletargado —abrumado por el peso brutal de las cuatro crisis que han confluido a la vera del país: la económica, la política, la de credibilidad y la sanitaria— ha respingado desde la voz del Presidente Felipe Calderón, quien ha juzgado de “lamentables las medidas de represión o discriminación” que varios países tomaron contra México. Y les restregaba todavía: “Ésta es una enfermedad que se cura, si se atiende a tiempo, y no se vale que estemos utilizando procedimientos, ya no digo de la Edad Media, de hace miles de años”.

Calderón había aludido, de manera muy concreta, el caso aquél en que hubo aislamiento de connacionales. China impuso una cuarentena a unos 70 mexicanos que iban en tránsito por aeropuertos de aquel país. Unos ni siquiera provenían de México. Los aislaron sólo bajo el referente de la nacionalidad.

De la segregación aquélla, se ha desprendido una inobjetable interpretación: los chinos, particularmente, han dado un trato de inferioridad a los mexicanos. Y por allí, muy cerca van también los otros países que prohibieron que en sus aeropuertos bajen mexicanos, so pena de su aislamiento.

Arguyen que los mexicanos son los portadores cuasi naturales del nuevo virus de la influenza, al grado de que autoridades y medios de información de países europeos como Francia han dado en nombrar “gripe mexicana” a la otrora “influenza porcina”.

De manera taimada, esos países soslayan en sus justificaciones que el virus apareció súbitamente en México, pero unos días antes se había manifestado en California y Canadá. Canadá ayer, por cierto, también ha cerrado sus aeropuertos para naves procedentes de México.

Ha contrastado con el racismo de aquellos países la actitud del Gobierno de los Estados Unidos. Barack Obama reiteraba ayer —con determinación— que las fronteras que ellos tienen con México no cerrarán.

Desde los linderos en soledad del Congreso de la Unión, ha podido mirarse un mundo de cabeza.

Países como Cuba, por el que México sacó la cabeza en 1961 para que no fuera invadido por los gringos, ahora cierra sin ambages su aeropuerto a los mexicanos; como los han cerrado Argentina y Chile, dos países que en los setenta encontraron cobijo sus connacionales cuando la peste, el dengue y la brutalidad de las dictaduras los perseguían para matarlos.

Lo que ha calentado la sangre es el hecho de que países como China nada se hayan atrevido a hacer con connacionales de los Estados Unidos, donde también ha estado la gripe humana.
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