México
Esteban y la crisis de Televisa
Para los medios electrónicos —televisión y radio—, el rating es el termómetro que mide la audiencia de sus emisiones
Viene a cuento la historia, porque el canal de las estrellas, Televisa, tiene en Esteban Arce una nueva luminaria. Sí, el chabacano conductor del Matutino Express, hoy compite con Juanito en popularidad, pelea fama a Enrique Peña y resulta tanto o más controvertido que el polarizante López Obrador. Sólo falta que un pillo del poder sorprenda a todos con un contundente: “¡Esteban para presidente!”.
Y todo porque Esteban ejerció en pantallas de Televisa una libertad fundamental consagrada en la Carta Magna: la de expresión. Y al ejercer esa libertad —en tanto conductor del intento de parodia informativa—, el señor Arce exhibió no sólo el tamaño de su ignorancia en sexualidad y reproducción humana —y de otros seres vivos—, sino profunda convicción homofóbica y una intolerancia decimonónica a la legalización de parejas del mismo sexo.
La ignorancia, homofobia e intolerancia de Esteban desató no sólo un ñoño debate en torno a la homofobia que acompaña en todo el mundo la legalización de los matrimonios gay, sino un grosero linchamiento contra el conductor al que hordas de intolerantes —idénticos a Arce— quemaron en leña verde en la moderna plaza pública que son las redes sociales de la internet. ¡Que lo cuelguen del palo más alto y lo corran de Televisa!, pidió la plebe en las gradas del circo mediático.
Pocos saben que Esteban Arce tiene el derecho de pensar, creer y expresar lo que le plazca —igual que todos los ciudadanos—; de exhibir a su gusto la montaña de ignorancia, mitología e intolerancia sobre la que fue educado. Y si no saben lo primero, menos entienden que el problema no está en la comedia de ignorancia y fobias que exhibe Arce —quien, por cierto, mostró idénticas cualidades al comentar semanas antes el más reciente libro de Saramago—, sino que la tragedia está en la propuesta informativa y editorial que ofrece a los ciudadanos la empresa Televisa.
En el fondo, el escándalo desatado por un “facho” como Esteban, es un espejo crudo de la crisis editorial, de contenidos, profesionalismo y seriedad de los programas de Televisa. Lo que importa es el rating, no cómo lograrlo. Esteban está para eso, para ganar rating. Si un payaso informa y editorializa, ¿por qué no Arce? La culpa no es del indio, sino del que los hace periodistas y editorialistas. ¿Cuántos Esteban conducen programas de noticias y opinión? Lo fácil es linchar al tonto del pueblo.
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