México
Estar hasta la madre
La paz no es tarea de los de enfrente: un tramo de ella descansa en nuestras manos y conciencias
“Estar hasta la madre” remite a una idea de hartazgo en lo fundamental: la madre es quien nos dio la vida (muchas madres, cordones umbilicales cortados y complejos de Edipo saneados, nos siguen dando la vida a lo largo de toda su existencia). La mía es una de ellas y ayer lució hermosa y de blanco toda ella en el plantón.
Resumo algo de lo que ahí dije: Amar la paz en este país herido y fracturado, tiene que ver con todas y todos. Es tarea de agnósticos, creyentes y no creyentes, civiles y militares, adultos y jóvenes, ciudadanas y ciudadanos urbanos y rurales, militantes y no militantes de los partidos políticos. De funcionarios y activistas. Es legítima la exigencia a las autoridades, de todos los poderes, federales y locales, de que, impecablemente, nos ayuden a cohesionarnos como nación; que sean ejemplares, que desistan de un enfoque mayoritariamente bélico. Que se dediquen de manera integral, en su compleja intensidad, a la heroica y necesaria tarea de romper la desigualdad en nuestro México. Que lo hagan con testimonios éticos desde las escuelas, los centros de salud, las oficinas públicas, los espacios de la política, con oportunidades de empleo y desarrollo, y con el goce de nuestro enorme potencial cultural; que sea así en todos los planos donde se dan exclusiones y discriminaciones.
Valoramos a quienes con integridad enfrentan riesgos personales por dotarnos de seguridad desde sus cargos públicos. Hay quienes se mantienen íntegros en medio de la tentación de vulnerar el Estado constitucional de derecho. La fortaleza de las instituciones es aquella que respeta los principios constitucionales, como la legalidad. No quiero, como ciudadana, un despojo de libertades arduamente adquiridas a pesar de tantos años de autoritarismo, aunque me prometan una seguridad a rajatabla. Quiero vivir las libertades conquistadas.
En nuestras manos está convertirnos en personas activas a favor de la reconciliación del país.
La paz no es tarea de los de enfrente: un tramo de ella descansa en nuestras manos y conciencias. La paz descansa en la confianza. Hace florecer el horizonte de la esperanza, que hemos perdido. Nos pone a cantar de nuevo, para que la vida, el maíz, las jacarandas sigan entre nosotros.
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