México

Esta lluvia

Una pequeña oración me levanta el espíritu y un pequeño éxito me emociona o me da seguridad

Está lloviendo, ligero, “chipis”. Estoy en Puerto Vallarta. ¡Bendito sea Dios!; ¿De qué me quejo? Mientras en otras regiones se desborda la impotencia furiosa de la Naturaleza que no alcanzo a asimilar.

Quizás mañana lo sienta en carne propia y entonces sea yo quien grite. ¿!Qué no se dan cuenta!? Es difícil describir ese sentimiento que no se deja escribir. Porque las palabras estorban al pensamiento.

La cuestión es la siguiente: ¿A quien pertenezco? ¿A la eternidad o sólo a esta vida, al mundo, o a Dios?

Muchas de mis preocupaciones diarias me sugieren que pertenezco más al mundo que a Dios. Una pequeña crítica me enfada y un pequeño rechazo me deprime.

Una pequeña oración me levanta el espíritu y un pequeño éxito me emociona o me da seguridad. Me alegro con la misma facilidad que me deprimo.

Somos como una barca a merced del mar de emociones. Todo el tiempo y energía que gasto en mantener un cierto equilibrio y no caer, me demuestra que mi vida es, sobre todo, una lucha por sobrevivir, no una lucha del corazón o del alma, sino una lucha inquieta que surge de la idea equivocada de que el mundo es quien da sentido a mi vida.

Mientras sigo corriendo por todas partes preguntando: “¿Me quieres? ¿Realmente me quieres?, concedo todo el poder a las voces del mundo, y el mundo dice: “Sí te quiero si eres bien parecido, inteligente y gozas de buena salud; te quiero si tienes una buena educación, un buen trabajo y buenos contactos; te quiero si produces mucho, vendes mucho y compras mucho”.

El amor del mundo es y será siempre condicional, y mientras siga buscando mi verdadero yo en el mundo del amor condicional, seguiré “enganchado” al mundo, intentándolo, fallando y volviéndolo a intentar.

Es un mundo que fomenta las dependencias, porque lo que ofrece no puede satisfacerme en lo profundo de mi corazón.
Insensibilidad es probablemente la palabra que mejor explica la confusión que impregna tan profundamente la sociedad de nuestros días.

Nuestra vida diaria nos hace agarrarnos a lo que el mundo llama las “claves para la realización personal”, acumulación de poder y riquezas; logro de status y admiración, derroche de comida y bebida. Y todo lo que me haga olvidar el fracaso de ya no poder sentir. Porque ya no cabe tanto.

En días como éste te deseo que encuentres la serenidad que te deje entrar en promesa y en espíritu en un verdadero descanso del alma.

Un descanso tan enorme que uno tiene que entrar en él. Que tengas esa cualidad divina que te permite hacerlo todo pareciendo que no haces nada.

Tu descanso es tu esencia sin cambios en un mundo que vive en torno al cambio. Tu descanso eres tú.
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