México
Escandalocracia
¿Gobierno del escándalo? El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española no contiene el término
1. Andrés Manuel López Obrador, jefe de Gobierno del DF, en uno de sus acostumbrados actos de soberbia, mandó al diablo a las instituciones cuando fue desaforado. En una democracia de a de veras, el tabasqueño nunca habría gobernado el DF; el artículo 53, fracción II del Estatuto de Gobierno, demanda una residencia efectiva de cinco años, para los nacidos en otro Estado. ¿Alguien lo aplicó?
2. Luis Téllez, vengado por Diana Pando, presunta pareja extra marital, fue exhibido por mal agradecido y desleal con Carlos Salinas. En cualquier democracia el “osito” no habría podido ser secretario de Comunicaciones, dados sus antecedentes en el sector privado; por ser miembro del Consejo de Administración de Televisa y a través del Grupo Carlyle, cabildero de los multimillonarios negocios de George W. Bush y Richard Cheney. ¿Le importó a Calderón?
3. El Presidente lanzó una insospechada ofensiva contra el sector empresarial por no pagar impuestos, cuando él mismo promovió una iniciativa de Ley de Ingresos a favor de los privilegios fiscales; un paquete regresivo. El resultado será: Gobierno rico, partidos caros y ciudadanos pobres. En cualquier democracia el Ejecutivo sería enjuiciado. ¿Por qué en México no?
4. El Presidente Municipal de San Pedro Garza García, Nuevo León, Mauricio Fernández Garza, es un fascista (el que impone la autoridad en exceso). Ha asumido el papel de “vengador social”. Se toma atribuciones que no le corresponden. No se puede combatir el crimen actuando como criminal. Este “servidor público” propone “grupos de limpieza” para erradicar la maldad, “por las buenas o por las malas”. En una democracia real, las declaraciones de Martínez Garza deberían ir acompañadas de una averiguación previa y una orden de aprehensión. ¿Cuál autoridad se atreverá a frenar la tentación de la mano dura?
El régimen político que nos gobierna está muy lejos de merecer el calificativo de democrático. La violación constante del estado de derecho y la aplicación selectiva de la justicia, han llevado a México a la desesperanza; se pone en riesgo la viabilidad nacional.
La autoridad está para imponer la ley, no para hacer favores, venganzas, revanchas o injusticias. En tanto no prevalezca la ley, la democracia será utópica. ¿La ley nos hace iguales? Parecemos condenados a que haya unos más iguales que otros.
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