México
Esa Guadalajara sospechosa
Si cada uno hiciera un análisis regido por el clima de inseguridad que nos rodea, muchos coincidiríamos en que ya nos somos los mismos
¿Cuántos hemos hecho últimamente lo mismo? Por supuesto que la plática continuó con otras anécdotas, como aquella en la que una compañera de trabajo prefirió pasarse un alto en plena avenida López Mateos, a quedarse cerca de dos patrullas de la Policía estatal que seguramente estaban haciendo su rondín. Llegó nerviosa, “alucinada”, como ella misma se autonombró y al final de cuentas, su día empezó mal.
Si cada uno hiciera un análisis regido por el clima de inseguridad que nos rodea, muchos coincidiríamos en que ya nos somos los mismos. Hemos cambiado. Sobran responsables para poder reclamar la falta de seguridad y la tranquilidad que hace buen rato no se siente. ¿A poco no la extraña?
Un ingrediente más que se adiciona es la personalidad de cada ciudadano, su realidad y forma de enfrentar las situaciones. Algunos son más desenfadados y tratan de sobrellevar cualquier problema, otros se enfocan en las circunstancias y no salen de ellas de manera fácil.
Ya teníamos suficiente con el desempleo, la economía fracturada, robos, y ahora la violencia de estos grupos delictivos, solapada por otros, viene y repercute con fuerza en la paz de las calles y en la mente de la ciudadanía.
¿Será una exageración? Hasta el vecino de al lado puede ser un sospecho más, porque recibe a cada rato visitas fugaces todos los días, “¿a qué se dedicará?”, se preguntan en la cuadra.
Recientemente escuchaba en la radio a una reportera desde una de las colonias más conflictivas de la zona metropolitana, “me encuentro en este lugar en donde hemos tenido el reporte de narco tienditas y delincuencia en general, ah, justo va pasando una señora, a ver, dígame, ¿qué problemas son los que enfrenta este lugar?”, de inmediato un silencio antecedió a la respuesta y con voz notoriamente temblorosa la mujer contestó, “aquí no pasa nada”. Seguramente el miedo, otra vez, se apoderó de ella.
Y uno se pregunta ¿y la confianza por nuestras instituciones? Perdida, como muchos capítulos de la historia del país que se resuelven conforme a los intereses políticos. De esta forma pasan los días, sin encontrar el camino, sin ni siquiera pensar remotamente que esta situación pronto acabará, porque ni los que jalan las riendas de este país lo saben —creen y aparentan saberlo— pero la realidad, ésa que usted y yo vivimos a diario, también los convierte en sospechosos.
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