México
Entrampados
Cuando el secretario Agustín Carstens argumenta ahora que la volatilidad de los precios internacionales de los combustibles impide detener las alzas, no está hablando con la verdad
Cuando el secretario Agustín Carstens argumenta ahora que la volatilidad de los precios internacionales de los combustibles impide detener las alzas, no está hablando con la verdad, porque la tendencia de los precios es claramente a la baja. Hay suficientes evidencias de esto.
Ahora que nos enteramos de que la inflación general en el país para 2008 terminará arriba de 6%, y que el Banco de México insiste en que buena parte de ese fenómeno obedece a las altas tarifas de electricidad, gas y gasolinas, resulta que el Gobierno se resiste a detener sus alzas.
Nos encontramos con un perverso juego de posiciones entre Hacienda, que quiere que el banco central baje las tasas de interés primero, y un Banco de México que se niega a hacerlo mientras la inflación no ceda.
Los mexicanos nos encontramos entrampados entre dos posturas irreconciliables. Ninguno afloja, y como el panorama económico para 2009 se avizora sumamente complicado, el Gobierno federal prefiere asegurarse ingresos extra, a través del sobreprecio de los energéticos, para recaudar recursos que son indispensables para las finanzas públicas en la inversión de programas que incentiven obra, sobre todo en infraestructura.
Si la población ya se ha acostumbrado al encarecimiento de las gasolinas, y si no hay muchas opciones para aumentar de otra manera la recaudación fiscal, entonces el Gobierno tratará de mantener las alzas. Dicho de otra forma, seguir subiendo los combustibles se vuelve un recurso valioso para el erario, cuando por otros conceptos, como aumentar los impuestos al consumo generalizado, se ha vuelto políticamente inviable.
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