México

¿Entonces?

Seco y directo

La ilegalización ha vuelto a fracasar. En lugar de considerar la demanda de drogas prohibidas como un mercado y tratar a los adictos como pacientes, los líderes políticos no han hecho más que engordar las ganancias de los traficantes y fomentar narcoestados que harían temblar a Al Capone. Al final tendrá que imponerse una estrategia antidroga más realista e inteligente.

Moderar la demanda de drogas ilegales, en principio, tiene sentido. Pero el deseo de alterar nuestra conciencia mediante su consumo es casi universal, y en general no constituye un gran problema. Prácticamente no ha existido ninguna sociedad “libre de drogas”, y cada año se descubren e inventan nuevas sustancias.

El enfoque más adecuado no es la reducción de la demanda, sino la reducción de daños. Conseguir que haya menos adictos está muy bien, pero no es tan importante como reducir el número de muertes, la delincuencia y el miedo de vivir en completa paranoia.

En el caso de las drogas “blandas”, reducir daños significa que se beba con responsabilidad, convencer a los conductores de que dejen el coche en casa si van a beber, o a los fumadores de que cambien los cigarrillos por chicles o parches de nicotina. Un principio tan básico y ni con él podemos.

En cuanto a las sustancias “ilegales” implica minimizar los contagios de enfermedades infecciosas y las sobredosis causadas por la variación de contenidos reales en la compra callejera de todos los días.

La prohibición a escala global es, sin duda, un gran y costoso desastre. La ONU sitúa el valor del mercado mundial de drogas ilegales en 400 mil millones de dólares o 6% del comercio global. Los extraordinarios beneficios que atraen a quienes están dispuestos a asumir riesgos enriquecen a los delincuentes, a los terroristas, a las insurgencias violentas y a los gobiernos y policías corruptos. ¿Cierto o no? ¿Entonces...?

Algunos dicen que la legalización es inmoral, pero es una falta de conocimiento, a menos que uno crea que se puede discriminar a una persona por lo que introduce en su cuerpo, cuando no perjudica a nadie más. Y miren, que cuando hablamos del alcohol y sus consecuencias no decimos nada, cuando es el principal autor de violencia y muerte por abuso. ¡Ah..! pero es legal y muy socialito. ¿Y qué de los que no pueden comprar más que tonzol o pegamento industrial y que son más perjudiciales que cualquier estupefaciente? ¿No cuentan?

No, el mayor inconveniente de la legalización podría ser el hecho de que los mercados legales acabarían en manos de poderosas empresas farmacéuticas, tabacaleras y productores de bebidas alcohólicas. Aún así, esta medida sería una opción más pragmática que vivir con la corrupción, la violencia y el crimen organizado… Y este miedo.
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