México
Enfermedad o enfermos
Todos por igual: Peña Nieto, Beltrones, López Obrador, Ebrard. No creo en ninguno de ustedes. Ni en su enfermedad, locura de poder
Cada una de estas enfermedades expresan (o corresponden a) la concepción existencial fundamental de la época considerada. Y, aunque no existe una enfermedad llamada “Violencia”, ciertamente todos estamos de alguna forma enfermos de ella. Cada individuo tiene como resultado del continuo bombardeo de noticias violentas, su enfermedad. Exasperado por el número de variantes, de matices, de síntomas y miedos personales. El único tratamiento es la voluntad de sanar al enfermo, dicho de otra manera: su voluntad de orden y armonía.
Esta enfermedad se expresa por una especie de depresión colectiva, destrucción del horizonte de esperanza, pérdida de la alegría de vivir.
Sí me remonto hacia los viejos dogmas climáticos y orgánicos de Hipócrates, a forma de paradoja de lo que nos está pasando, Hipócrates no conocía a los enfermos y reconocía muy poco las enfermedades. En su lugar, dividía al mundo orgánico en “climas” y a los tipos humanos en “humores”.
Una armonía secreta reina entre las zonas siderales, los climas en los que vivimos, que no sólo se refieren a la parte ecológica ambiental, sino también a los climas de incertidumbre económica y de seguridad y por otro como consecuencia; los humores del hombre, que son categorías de las cuales los enfermos participan orgánicamente.
Se expresa por una especie de depresión colectiva, destrucción del horizonte de esperanza, pérdida de la alegría de vivir, deseo de desaparecer del mapa y, en muchos casos por cuestiones económicas y de empleo, deseos de quitarse la vida. Por causa de la crisis violenta y económica.
Dentro de este síndrome que estamos todos sufriendo, observo cómo la desesperación y las malas intenciones de los otros enfermos, los del poder (quizá la peor) están orquestando un juicio adelantado al Presidente Calderón, poniéndolo como el culpable principal de esta ola de violencia y sangre, cuando los que propician las muertes, los verdaderos sicarios, los que secuestran, los que trafican, los que extorsionan, pareciera que no son los culpables. He escuchado hasta el ridículo de proponer un pacto con toda esta bola de gañanes.
¿A dónde está llegando esta enfermedad por las próximas elecciones, por ese maldito poder, que lo único que recibimos los ciudadanos de a pie son bofetadas tras bofetadas de parte de todos los corruptos funcionarios? ¿Cómo pues culpar a un Presidente que ha tratado de limpiar al país de ese veneno que nos tiene al borde de la muerte todos los días?
Todos por igual: Peña Nieto, Beltrones, López Obrador, Ebrard. No creo en ninguno de ustedes. Ni en su enfermedad, locura de poder.
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