México
El silencio es predicado
Que las autoridades despierten. Que el Estado cumpla su deber. Que custodie el acceso de todos los mexicanos a la información
Que las autoridades despierten. Que el Estado cumpla su deber. Que custodie el acceso de todos los mexicanos a la información. Que defienda la libertad de expresión. Que los periodistas tenemos derecho y obligación a: ejercer nuestro oficio con garantías. Que termine la impunidad desquiciante. Que no haya brazos cruzados. Que a los muertos se les haga justicia.
En la marcha, todos como uno: reporteros, fotógrafos, camarógrafos, redactores, columnistas, editorialistas, corresponsales, cronistas, jóvenes y viejos, empleados y desempleados, independientes y sometidos, amigos y adversarios. El modo de presionar a la autoridad es que la autoridad nos haya visto juntos. No sólo en la ciudad de México. También en Tuxtla Gutiérrez y Monterrey, Oaxaca y Ciudad Juárez, Morelia y Torreón, Tijuana y León, Culiacán y Pachuca. En cualquier parte.
En la glorieta de Colón, algún perverso colocó una manta: “Se buscan”, decía el letrero. Luego fotos de Gómez Leyva, Ferríz, Hiriart y Marín. “Son peligrosos seudoperiodistas, integrantes del cártel (desinformativo) del Milenio y asociados”, se leía. El panfleto provocó. Insultó. No se vale.
Fue una marcha de silencio que esperamos haga ruido. Los periodistas necesitamos espíritu de grupo. Identidad de gremio. Solidaridad. Cuerpo y tamaño para protestar. Cohesión. Sentido y fuerza. Renunciar a los exclusivismos, excepto para ganar la nota. Quedarse sólo en la protesta carece de sentido. Nos debemos a la sociedad. Eso escogimos. Defenderla. Informarla.
Que la sociedad nos reconozca y necesite. Aceptamos los gajes del oficio, pero no admitimos un país en permanente riesgo. Matando mensajeros no se mata la verdad.
El Monje Loco: Aullamos de tristeza por la muerte repentina. Samaniego se fue. Alberto Cortez escribió la letra de una canción a la medida del narigón cronista: “Era el callejero de las cosas bellas/ Y cargó con ellas cuando se marchó / Se bebió de golpe todas las estrellas / Se quedó dormido y ya no despertó…//”. Del México bronco al México harto. Dos intentos de linchamiento en Milpa Alta, uno en Oaxaca, y el de 100 agentes federales contra sus propios comandantes, en Ciudad Juárez. Ni la Policía cree en la Policía. ¿Usos y costumbres? ¿México impune? ¿México podrido? ¿México apestado? ¿Servirán para algo los Diálogos por la Seguridad? Nadie sabe. Nadie supo…
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