México
El poder de López Dóriga
Desconocemos a cuánto ascienden las posesiones económicas del señor López Dóriga y las de otros comunicadores televisivos en México
El texto anuncia que López Dóriga “está confirmado”, ya quedó fuera del noticiero nocturno de la televisora más grande del país... “en cuanto se apague el conflicto político creado por el 4 de julio”.
Abunda: “Tiene cuantiosos ahorros en euros y dólares depositados en bancos de Estados Unidos y Suiza. Y por si acaso algún día le llegara a faltar liquidez, posee un superdepartamento en un conocido ‘edificio inteligente’ de Polanco, una mansión de lujo en Marbella, Costa Sur de España, y un condominio elegantísimo en Miami, en exclusiva zona residencial. ¿De dónde sacó tanto dinero López Dóriga? ¿Cuánto gana como conductor en Televisa, locutor en Radio Fórmula y articulista en Milenio? Ya que las grandes estrellas de los noticieros electrónicos nos gobiernan más, porque tienen más poder que el Presidente de la República y los legisladores, ¿no deberían presentar, por ley, su declaración patrimonial cada año?”.
Hasta aquí el extracto del mensaje que llegó al correo de este columnista. Lo ofrezco a los lectores entendiendo que se trata de un mensaje de internet que no ofrece garantía de veracidad. Sin embargo, da materia para una reflexión...
Desconocemos a cuánto ascienden las posesiones económicas del señor López Dóriga y las de otros comunicadores televisivos en México, que son casi tan influyentes como él. Ignoramos también qué tan cercanos son del poder los grandes líderes de la opinión nacional.
Lo seguro, sin necesidad de solicitar la información vía Ley de Transparencia, es que en el caso de los informadores de televisión, estamos ante comunicadores que acumularon una influencia tan grande que está inequitativamente distribuida.
La cifra aceptada en México llega casi a 90% de personas que “se informan” en la televisión. Obviedad: la televisión es uno de los más grandes factores de poder en el país.
Conclusión: en un país en el que la democracia está en pañales, en donde la violencia nacida del crimen organizado apunta a crecer más que a menguar, en el que la pobreza se acentúa antes que disminuir, es más urgente que nunca una reforma que obligue a los medios de comunicación (no sólo a la televisión) a apegarse a la ley, a ser responsables antes que influyentes, a dejar de ser el “cuarto poder” y transformarse efectivamente, en “el poder de las mayorías”.
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