México
El peligro de la reelección
Decir que en México hay democracia es tan exagerado como decir que no la hay
En nuestra realidad de campañas políticas, los dados están cargados a favor de los partidos que ostentan el poder: un candidato gasta 20 veces más —es dato, no metáfora— de lo que permite la ley como tope, se usan los programas sociales, se negocia con líderes a cambio de bloques de votos de sus seguidores, y si los medios de comunicación están bajo control se acalla a los opositores. Lo hacen todos los partidos por igual.
Todas estas prácticas cuentan con el aval de institutos estatales electorales muchas veces dominados por los gobernadores, tribunales electorales locales que llegan a arreglos con el partido en el poder, un IFE desprestigiado y un Tribunal Electoral de la Federación que emite sus fallos al ritmo de “dense con todo, que al final contamos los votos y vemos quién ganó”.
Este reportero solía ser un entusiasta de que en México se instaurara la reelección de legisladores y presidentes municipales, como planteó Felipe Calderón al arrancar este fin de semana la segunda mitad de su mandato y recogiendo iniciativas ciudadanas y de algunos líderes políticos; un ideal democrático de rendición de cuentas, donde un político puede ser castigado en las urnas por sus electores en función de su actuación, y no deberá su carrera política a su partido, sino a sus votantes.
Pero preocupa que en la realidad electoral mexicana, la alternancia se vea minada desde el poder mismo: ¿Quién le va a ganar a un presidente municipal que tiene tres años para usar el dinero del presupuesto para ir construyendo su propia reelección?, ¿quién va a vencer a un diputado en funciones que puede en el Congreso negociar su aprobación del paquete económico a cambio de que le pongan una carretera lucidora aunque inútil en su distrito?
La alternancia, en este contexto, sólo podrá conseguirse cuando el munícipe o diputado sea adversario del gobernador, o cualquiera de ellos del presidente de México, es decir, cuando haya muchos recursos públicos que puedan enfrentarse a muchos recursos públicos, o cuando la charola de la iniciativa privada suene lo suficiente para enfrentar al erario.
En lugar de rendición de cuentas, rendición ante las cuentas. Primero, limpiar la realidad electoral. Luego las reelecciones.
Saciamorbos
Química entre el de Michoacán y el de Los Ángeles. Hasta el primero retrasó su gira para mostrar al segundo el Palacio.
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