México
El misterio del nacimiento
El mundo cristiano o católico vive en estos días tiempos de reflexión —ojalá—, los cuales implican entender para creer el Nacimiento de Cristo y la posterior salvación mediante su sacrificio
Entreverando dos mundos distintos, el espiritual o religioso, con el biológico o científico —los días de asueto se prestan para ello—, en ambos encuentro algo que no tengo empacho alguno en calificar como verdaderamente majestuoso, en donde especialistas en una y mil cosas, estudiosos de diferentes materias y creyentes de una y otra cosa, nos rebelan situaciones increíbles (por lo menos para un servidor).
Por ejemplo, los científicos se han ocupado de enseñarnos paso a paso cómo es posible que se dé la concepción por medio de la cual los seres humanos llegamos al mundo, lo que significa un proceso fascinante lleno de complejidad y de una casi total perfección —sin dejar de reconocer que también se presentan errores—. De tal manera que hoy los niños de primaria pueden saber —dependiendo de la escuela— la manera en que vinieron al mundo, y aunque el proceso no es nada sencillo, la didáctica existente permite el conocimiento a grandes rasgos, sí pero…siempre hay peros.
Así, aunque afirma el proverbio que “lo que se ve no se pregunta”, la verdad es que me asaltan muchísimas dudas. He estado presente en el momento del nacimiento de algunos de mis hijos, y aun con los conocimientos previos y lo que ahí he presenciado y vivido, el misterio persiste, la grandiosidad del hecho es tal, que definitivamente escapa a mi comprensión, sobre todo porque lo que veo y conozco no es ni la mínima parte de lo que el suceso implica.
Y como por cuestión de espacio y de falta de capacidad —ufff…! me salvó la campana— he de saltar al otro misterio, el que implica ver el nacimiento desde un punto de vista religioso o espiritual, entonces el enigma se torna un poco o un mucho más complicado, pues como afirman que dijo Santo Tomás: “Ver para creer”, en muchas ocasiones, ni viendo o tocando creemos, pero el milagro ahí está.
El mundo cristiano o católico vive en estos días tiempos de reflexión —ojalá—, los cuales implican entender para creer el Nacimiento de Cristo y la posterior salvación mediante su sacrificio. Las representaciones cinematográficas acerca del tema abundan y se tornan repetitivas, por lo que solamente la experiencia personal es la que puede permitir abrazar la fe, ya que una mera tradición no puede hacer milagros, y un nacimiento es un verdadero milagro.
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