México
''El michoacanazo'' es la corrupción
El michoacanazo no es otra cosa que una cadena de acontecimientos que exhiben la desconfianza ciudadana en todo el proceso de impartición de justicia
En efecto, el cuestionable resultado del michoacanazo puede ser utilizado para todo lo que guste y mande el respetable; desde un demoledor misil que impactó bajo la línea de flotación del Gobierno del Presidente Felipe Calderón, sin olvidar que exhibió en toda su desnudez las incapacidades de las instituciones del Estado, hasta el extremo de convertirse en obús que dejó ver toda clase de contubernios en los poderes Legislativo y Judicial.
Sin embargo, y más allá de que cada quien utiliza el michoacanazo para la causa de su preferencia —desde fines políticos, beneficios personales y remordimientos éticos—, lo cierto es que por simpático que parezca y ridículo que se antoje, el michoacanazo se convirtió en el mejor ejemplo del vergonzoso “fenómeno del ventilador”. ¿Y qué es eso? Poca cosa: todos saben lo que pasa cuando se lanzan paladas de estiércol al ventilador. Sí, todos resultan embarrados.
Pero, además, el michoacanazo no es otra cosa que una cadena de acontecimientos que exhiben la desconfianza ciudadana en todo el proceso de impartición de justicia. Desde la presunción generalizada de que todas las instituciones del Estado son víctimas de corrupción, y que en México manda el reino de la impunidad, hasta la convicción de que no es posible el florecimiento del crimen sin la complicidad oficial.
Lo cierto es que desde el primer momento de las detenciones —con o sin razones, con o sin pruebas o evidencias—, muchos malquerientes del Gobierno del Presidente Felipe Calderón acusaron al “espurio” de utilizar la persecución del narcotráfico con fines político-electorales. Al mismo tiempo, sin prueba alguna, un sector del PRD dijo que el gobierno “ilegítimo” pretendía arrebatarle a los amarillos el Gobierno de Michoacán.
Mientras eso ocurría, la voz popular no daba crédito a lo que veía, y no pocos aventuraban un nuevo fracaso del Gobierno federal, ante los errores y los horrores cometidos por las instituciones federales responsables de impartir justicia.
Desde su origen, la sombra de la duda cubrió al michoacanazo.
Al final, el fracaso del michoacanazo alegró hasta niveles delirantes a los que le apuestan al fracaso del Gobierno de Felipe Calderón, sin importar que en todo el proceso hayan aparecido, de manera contundente, graves errores del Gobierno federal, de todas las instituciones federales responsables de la impartición y procuración de justicia —la PGR incluida—, pero también signos de corrupción en los poderes Judicial y Legislativo.
Incluso así, unos sólo quisieron ver las fallas del Gobierno federal, mientras otros —los del Gobierno federal— solamente quisieron ver la corrupción del sistema judicial y de los “corruptos diputados”, que se hicieron de la vista gorda en el caso del “narcodiputado” Godoy. Por eso, parafraseando al clásico de Clinton, se puede decir que en el caso del michoacanazo, “¡es la corrupción, estúpidos!”.
Síguenos en