México
El mensaje
Quienes secuestraron a Diego Fernández de Cevallos sabían lo que estaban haciendo
Esa imagen es en sí misma el mensaje. Un mensaje poderoso y destructivo: “Nadie está a salvo en esta sociedad”. Nadie es nadie, ni siquiera los pocos, poquísimos, que tienen poder económico y que además detentan el poder político. Si ellos no están a salvo, si el Gobierno no puede defender a los suyos, mucho menos lo podrá hacer con todos los demás. El efecto es inmediato: la imagen de fuerza y autoridad del Estado se ve disminuida y su legitimidad por lo tanto. Ya no se trata de lamentarse porque el Estado está perdiendo la capacidad de mantener el control en Ciudad Juárez o en las carreteras de Tamaulipas, ni de garantizar la seguridad en Monterrey o en Acapulco, ya no es cuestión de clase social o de geografía, el golpe es en el centro y hasta arriba.
Quienes secuestraron a Diego nos gritan a través de esta foto: “Escuchen todos: este Estado y este régimen no sirven”. Y un Estado que no garantiza ni la seguridad de sus élites, los sabemos todos y lo saben ellos, es un Estado que pierde apoyos fundamentales y que puede empujar a algunos a soluciones desesperadas como la creación de grupos paramilitares. Rociar con violencia la violencia: es la apuesta de los que creen que sus ideas avanzan cuando las contradicciones se agudizan.
Y ahí viene la otra razón de por qué eligieron a Diego. ¡Quizá ningún otro político de la transición democrática hubiera servido también a sus intereses! Conocen bien nuestras debilidades y divisiones y las usan para sus fines. Porque desprestigiar al Estado a través de un secuestro político es inaceptable en cualquier democracia y ameritaría la más enérgica de las reacciones tanto de la clase política como de la sociedad.
Quienes secuestraron a Diego saben lo que están haciendo. Nosotros también debemos saber lo que está en juego. Por eso, no deberíamos ni por un instante permitir que ese acto sea justificado ni explicado, sin importar, insisto, la ideología y el comportamiento de Diego, hacerlo abre un flanco que nos vulnera a todos porque legitima una forma de acción “política” que ataca los cimientos mismos del régimen democrático.
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