México
''El gusanito''
Entre los cuatro retratan los problemas más graves del país: deterioro ambiental, violencia intrafamiliar, hambre y crimen organizado
Un filósofo, una madre de familia, un empresario del Bajío y un chavo banda del Distrito Federal conquistaron los votos del público que los llevó a la final de Iniciativa México antier.
Cuatro historias, emanadas de muy distintas —hasta encontradas— realidades sociales, culturales y económicas, que no obstante convergieron en su intención de hacer algo más por un país a cuya gente, acostumbrada al paternalismo, le cuesta mucho trabajo asumir una responsabilidad para transformar la realidad.
Respectivamente, Raúl Hernández ha dedicado su vida a la recuperación de mantos acuíferos, Mariana Baños estableció una línea telefónica de atención a mujeres víctimas de violencia intrafamiliar, Héctor González desarrolló una proteína que se agrega a cualquier alimento para hacerlo nutritivo y Miguel Barrera renunció a su pandilla para rescatar a niños de los barrios más golpeados por la delincuencia.
Entre los cuatro —dos con una estructura impresionante, dos basados en el aguerrido corazón de sus líderes— retratan los problemas más graves del país: deterioro ambiental, violencia intrafamiliar, hambre y crimen organizado. Pero no se quedan en el retrato, sino que se asumen ciudadanos —no sólo habitantes de una nación— y sin aspiraciones políticas, sin fama mediática y con poquísimo dinero enfrentan la problemática... y la resuelven en sus regiones.
Iniciativa México —que congregó a más de 50 medios de comunicación y contó con la guía de universidades, empresarios e intelectuales de primera línea— vuelve a probar que si una persona decide intentar transformar su entorno le va mejor que si se queda cruzado de brazos, aun en medio de un sistema quebrado por todos lados.
Cuando arrancó este programa tan sui-géneris, se levantaron voces de sospecha, de duda; lógicas algunas, pagadas otras. Al final, empleando un género televisivo de competencia se mostró la realidad, sin necesidad de exhibir a los participantes ni someterlos a pleitos, intrigas, traiciones, descalificaciones, ridículos, invasiones de privacidad. Fue una contienda basada en la inteligencia y las soluciones, que partió de una crítica brutal, despiadada a la realidad y terminó, en la Gran Final, con reclamos, sugerencias, peticiones, exigencias y hasta aplausos de frente al poder político representado en el Auditorio Nacional por los titulares del Ejecutivo y Legislativo.
Quienes participamos en su concepción y organización nos vimos rebasados por la participación social. Por ahí de la tercera semana de programa sentimos que el barco “hacía agua”, pero ese ánimo se transformó en un reimpulso que para Iniciativa México derivó en mayores niveles de audiencia y una mejor y más genuina identificación del público con los líderes y sus iniciativas. De todas las porras que se han escuchado en el Auditorio Nacional, las de este domingo —unas a favor de conservar el agua, otras por frenar la violencia, algunas por acabar el hambre— han sido las más significativas. Ojalá en muchos haya quedado el ejemplo, “el gusanito” de hacer un poquito más por el país.
Saciamorbos
La Puerca confirmó que la última vez que lo vio fue en la Sierra de Durango.
Cuatro historias, emanadas de muy distintas —hasta encontradas— realidades sociales, culturales y económicas, que no obstante convergieron en su intención de hacer algo más por un país a cuya gente, acostumbrada al paternalismo, le cuesta mucho trabajo asumir una responsabilidad para transformar la realidad.
Respectivamente, Raúl Hernández ha dedicado su vida a la recuperación de mantos acuíferos, Mariana Baños estableció una línea telefónica de atención a mujeres víctimas de violencia intrafamiliar, Héctor González desarrolló una proteína que se agrega a cualquier alimento para hacerlo nutritivo y Miguel Barrera renunció a su pandilla para rescatar a niños de los barrios más golpeados por la delincuencia.
Entre los cuatro —dos con una estructura impresionante, dos basados en el aguerrido corazón de sus líderes— retratan los problemas más graves del país: deterioro ambiental, violencia intrafamiliar, hambre y crimen organizado. Pero no se quedan en el retrato, sino que se asumen ciudadanos —no sólo habitantes de una nación— y sin aspiraciones políticas, sin fama mediática y con poquísimo dinero enfrentan la problemática... y la resuelven en sus regiones.
Iniciativa México —que congregó a más de 50 medios de comunicación y contó con la guía de universidades, empresarios e intelectuales de primera línea— vuelve a probar que si una persona decide intentar transformar su entorno le va mejor que si se queda cruzado de brazos, aun en medio de un sistema quebrado por todos lados.
Cuando arrancó este programa tan sui-géneris, se levantaron voces de sospecha, de duda; lógicas algunas, pagadas otras. Al final, empleando un género televisivo de competencia se mostró la realidad, sin necesidad de exhibir a los participantes ni someterlos a pleitos, intrigas, traiciones, descalificaciones, ridículos, invasiones de privacidad. Fue una contienda basada en la inteligencia y las soluciones, que partió de una crítica brutal, despiadada a la realidad y terminó, en la Gran Final, con reclamos, sugerencias, peticiones, exigencias y hasta aplausos de frente al poder político representado en el Auditorio Nacional por los titulares del Ejecutivo y Legislativo.
Quienes participamos en su concepción y organización nos vimos rebasados por la participación social. Por ahí de la tercera semana de programa sentimos que el barco “hacía agua”, pero ese ánimo se transformó en un reimpulso que para Iniciativa México derivó en mayores niveles de audiencia y una mejor y más genuina identificación del público con los líderes y sus iniciativas. De todas las porras que se han escuchado en el Auditorio Nacional, las de este domingo —unas a favor de conservar el agua, otras por frenar la violencia, algunas por acabar el hambre— han sido las más significativas. Ojalá en muchos haya quedado el ejemplo, “el gusanito” de hacer un poquito más por el país.
Saciamorbos
La Puerca confirmó que la última vez que lo vio fue en la Sierra de Durango.
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