México

El auditor: de gavilán a paloma

La pregunta de los 64 mil millones es ¿a quién le faltaron pantalones, y a quién le sobró fuerza y astucia para dejar todo planchado?

Cual si se tratara de una blanca paloma —pese a lo que se ha descubierto y publicado en todos los medios—, el órgano jurídico del Congreso del  Estado exoneró al auditor Alonso Godoy,  quien durante las últimas semanas se convirtió en el centro del huracán político; en activo fijo para todo tipo de negociaciones por encima y por debajo de la mesa; en punto de apuestas y dimes y diretes de parte de políticos y de miembros de la iniciativa privada, quienes a coro pedían la destitución del “eficiente” funcionario.

La pregunta de los 64 mil millones es ¿a quién le faltaron pantalones, y a quién le sobró fuerza y astucia para dejar todo planchado? Incluso desechando los resultados de la auditoría practicada por una prestigiosa empresa externa, que por supuesto son contrarios a lo “cantado por el licenciado Gallo”.

Para la mayoría de los políticos que se atrevieron a realizar declaraciones fue decepcionante la definición de que todas las gestiones realizadas por el auditor Alonso Godoy se encuentran dentro de las normas existentes para el caso, aunque claro está que las mismas normas, aplicadas en otras personas, significaron que los mismos regresaran sendas compensaciones recibidas (por ejemplo).

Las reacciones no se hicieron esperar, y los coordinadores de las bancadas se apresuraron a “dejar en claro” cuál es su posición, aunque la verdad de las cosas, solamente José María Martínez y Enrique Aubry repudiaron el dictamen.

El líder de la bancada de Acción Nacional, José María Martínez, fue determinante al mencionar que “se trata de una burla más del sistema podrido que se vive”, pues desde su punto de vista —y el de sus compañeros de partido—, Alonso Godoy debe de regresar el dinero que recibió indebidamente como compensación, además de presentar su renuncia, “por ética y por vergüenza”.

Por su parte, el diputado Marrufo, coordinador del PRI, al parecer se encuentra tan ocupado en dejar la representación lo más pronto posible y abocarse a su próxima candidatura —sí, aún no termina una responsabilidad, la que juró cumplir con cabalidad, y ya está entretenido en la próxima escala—, por lo que prefirió hacer mutis y declarar que aún no había analizado el documento.

Para algunos que se dicen conocedores de los avatares de la política, la decisión de dejarlo ir —cual blanca paloma— tiene que ver con el hecho de que Godoy les conoce sus puntos débiles a los actores influyentes de todos los partidos políticos, lo que lo convierte en un verdadero gavilán, que se encuentra al acecho de su presa y al más mínimo movimiento se puede abalanzar en contra de quien se atreva a levantar la ceja izquierda en señal inequívoca de desaprobación de sus actos.
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