México

El alma

Los seres humanos tenemos imaginación, emociones y memoria: éstas eran las tres facultades del alma

“Hablemos un poco del alma en este mundo tan lleno de desalmados”

Los seres humanos tenemos imaginación, emociones y memoria: éstas eran las tres facultades del alma. Pero…¿dónde está el alma? ¿Dónde se cobija? La mayoría de los filósofos y teólogos pensaban que el alma estaba en el corazón, otros, entre ellos los primeros grandes científicos, opinaban que el alma residía en el cerebro. Así que al parecer, el alma se hizo carne.

Nuestra mente es lo que somos: recuerdos, emociones y experiencias que se acumulan en el cerebro fijándose en las uniones electroquímicas entre los millones de neuronas que tiene.

En la Inglaterra de mediados del siglo XVII, el alma era un principio inmortal e inmaterial que piensa siente y rige el cuerpo; el cerebro por el contrario, parecía una glándula de aspecto desagradable y de irritante inutilidad. En ese momento histórico, alguien acuña la palabra “neurología”.

Thomas Willis (1621-1675), junto a un grupo de sabios, inauguró una nueva era, la misma en la que nos encontramos hoy, donde cerebro y mente son dos conceptos inseparables.

Para las culturas antiguas, sin embargo, la cuestión principal en este punto era averiguar dónde se situaba el alma. Respecto a los seres humanos, por ejemplo, los sacerdotes extraían el cerebro de los cadáveres cuando preparaban el viaje al más allá y, sin embargo, dejaban intacto el corazón porque creían que era el motor de la vida y que, probablemente, allí residía el espíritu.

En la Edad Media se creía que cada persona tenía tres almas: una en el hígado y otra en el corazón; la tercera era el alma racional, el alma del cristianismo, que no se ubica en ningún lugar concreto porque se trataba de una alma inmaterial. Así que el corazón sigue considerándose como un órgano central en lo relativo al alma, y por eso tenemos imágenes de Jesús abriendo su corazón. Las imágenes de Jesús abriendo su corazón guardan relación con esa idea del hombre mostrándonos su verdadero yo. Lo más recóndito de cada ser estaba en el corazón. Jesús no abre su cráneo y nos muestra su cerebro. Nunca he visto una imagen de este tipo. Las ideas culturales son muy persistentes en este aspecto y hoy mantenemos las mismas frases formularias como “abrir el corazón a alguien”, “partir el corazón”, “con el corazón en la mano”; todas ellas son herencia según la cual lo más profundo de un ser humano se halla precisamente, en el corazón.

Continuaré con esta reflexión durante las próximas semanas, ya que es un tema muy basto y difícil de tratar. Es un estudio basado en dos científicos muy importantes. Carl Zimmer, autor de “Soul made flesh”: “The Discovery of the brain”, y Eduardo Punset, de “Redes”.
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