México
El ajedrez de la banca mexicana
El anuncio de la unión de Banorte e Ixe como una sola institución es una buena noticia para México
Suele decirse que el dinero no tiene pasaporte y la aseveración es real: el dinero no tiene nacionalidad… pero ¡los banqueros sí que la tienen! Cuando las cosas se ponen duras en las casas matrices, la cobija de las subsidiarias se jala para tapar a los dueños de la marca, descobijando a quienes están a kilómetros de distancia de la suite ejecutiva del señor director y el señor presidente del Consejo.
Eso es, en buena medida, lo que pasó en estos dos últimos años en los que el crédito bancario en México escaseó, no por riesgos financieros inherentes al país, sino por necesidades de las casas matrices de los bancos que operan en México.
El valor de la transacción anunciada ubicada en más de 16 mil millones de pesos, tendrá como resultado que por primera vez, desde 1995, uno de los principales bancos del país sea propiedad de un mexicano, Roberto González Barrera, y lo operen mexicanos: Alejandro Valenzuela y Enrique Castillo Sánchez Mejorada.
Fuera de nacionalismos pueriles, el hecho de que para la nueva entidad el tablero de ajedrez sea local implica un movimiento de fichas distinto. El rey está en México, o en Monterrey en todo caso, y por lo mismo desde el más humilde peón hasta la reina, los alfiles, las torres y los caballos, tienen un interés implícito en hacer banca de excelencia en el país sede.
Esto no resulta cosa menor ante la atonía de una recuperación económica que francamente no se siente como tal, y que curiosamente es más lenta en Estados Unidos y España, los países sede de Banamex y Bancomer, los bancos uno y dos del sistema financiero mexicano.
La identidad geográfica ayudará sin duda, pero también la experiencia profesional de quienes hicieron la fusión y de quien se anticipa que se sumará al proyecto: nada menos que Guillermo Ortiz, ex secretario de Hacienda y Crédito Público y ex director del Banco de México, del que se habla podría ocupar el puesto de presidente del Consejo de la nueva entidad.
González Barrera compró el banco número 17 del sistema financiero mexicano a los 60 años, cuando ya tenía un emporio en la industria del maíz y en tres lustros lo transformó “en una institución respaldada por su buena posición de mercado y su exitosa estrategia para mantener una calidad de activos sana”, indicó la agencia calificadora Standard & Poor.
Inventor de la harina de maíz, empresario con presencia internacional, el dueño de Gruma, la productora y comercializadora de productos de maíz más grande del mundo, no sólo sigue activo en el ramo que domina a nivel internacional, sino ahora, con esta irrupción en el mercado bancario, se hará una presencia indispensable en el sector financiero.
Cuando otros están pensando en retirarse, González Barrera acicatea a su equipo para emprender nuevos retos —que los habrá sin duda—, porque se compite con gigantes que ya hemos visto. Pero Don Roberto —como se le llama dentro y fuera de su círculo cercano— y su equipo no parecen amilanarse ante el tamaño del desafío que enfrentan.
Al contrario, con entusiasmo casi juvenil, se lanzan al ruedo de los grandes portando la camiseta tricolor y asegurando que si en 1995 ante la debacle de la devaluación del peso y el riesgo latente de la insolvencia nacional la banca en México acabó siendo mayoritariamente extranjerizada, 15 años después no hay razón alguna para mantener ese status quo.
Sobre todo cuando la responsabilidad de las políticas macroeconómicas y el buen juicio de los consumidores mexicanos han hecho que las operaciones bancarias en el país sean un ejemplo a seguir por los jugadores financieros internacionales.
Tanto que si la longevidad heredada de la familia González lo permite, en los siguientes 15 años no es difícil imaginar que sea Banorte-Ixe quien esté cruzando fronteras y enseñando en Madrid y Nueva York cómo se hace banca sana y con propuesta estratégica. ¡Que vivamos todos para ver ese día!
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