México
Economía y fisco
Diálogo con líderes de la CLyFC
Para ubicarnos en el tema, vale la pena recordar que la Compañía de Luz y fuerza del Centro (CLyFC) inició sus actividades cuando el Gobierno del presidente Porfirio Díaz vendió en el año de 1903 a la Mexican Light & Power —posteriormente transformada en la hoy CLyFC— los derechos de explotación de los ríos Necaxa, Tenango y Xaltepuxtla. Al liquidarse abastecía más de 25 millones de habitantes del Distrito Federal y municipios conurbados que forman el área metropolitana, además de otros municipios cercanos de los estados de México, Hidalgo, Morelos y Puebla.
Con el tiempo la operación de la empresa se fue deteriorando, las “conquistas” laborales que se otorgaban al sindicato; la obligación de contratar al personal de nuevo ingreso entre los familiares de los empleados de base, la temprana jubilación a los 28 años de trabajo sin importar la edad, el consumo gratuito de energía eléctrica para todo el personal y otras prestaciones de no menor importancia, se tradujeron en constantes aumentos a las tarifas a los usuarios, siempre mayores al índice de inflación. Desde el año 2001 se iniciaron alzas graduales de uno por ciento mensual; no obstante lo cual fue insuficiente para cubrir el constante déficit de operación.
El costo de producción de energía eléctrica en México se elevó a 36.6%, superior al promedio internacional. A lo anterior hay que agregar la corrupción que propiciaba la venta de plazas, y “aviadurías”. Las múltiples causas de esta ineficiencia fueron en su oportunidad ampliamente comentadas por los medios, se estimaba que por cada tres trabajadores activos, había uno inactivo. Las quejas por el mal servicio fueron aumentando hasta hacerse insoportables.
Por estas razones el Presidente Calderón tomó la decisión de liquidar la empresa. Acto plausible que le ganó simpatías. Lo malo de esta decisión es que no estuvo suficientemente meditada para afrontar las consecuencias y la presión sindical que se ha valido de trucos inhumanos como el de medio matar de hambre a algunos de sus miembros para buscar el apoyo y simpatía popular.
No es válido el argumento de que se deja en la miseria y sin trabajo a miles de empleados, pues la indemnización ha sido sustancial y les permite iniciar un negocio productivo, en vez de continuar medrando al amparo de una empresa improductiva que nos cuesta a todos los mexicanos por medio de los subsidios que le otorgaba el Gobierno año con año.
No se estudió debidamente la figura jurídica de patrón sustituto, que le dio armas al sindicato y el peor error que puede cometerse es el de crear una empresa paralela para contratar a los alrededor de 25 mil trabajadores que no han aceptado la liquidación.
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