México

Dos semanas y dos días

Está por verse si se cumple la profecía de la dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Beatriz Paredes

Obnubilado como anda medio mundo (por lo menos desde ayer y hasta el martes en que se jugará el partido contra Uruguay en el Mundial de Futbol de Sudáfrica), hay quienes no tienen en su agenda de intereses informativos todo lo que está ocurriendo en torno a los comicios estatales del próximo domingo 4 de julio, cuando estarán en juego una docena de gubernaturas, amén de congresos estatales y ayuntamientos.

Está por verse si se cumple la profecía de la dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Beatriz Paredes, de que el tricolor se llevará el “carro completo”, pero las elecciones estatales llegan más sucias que trapo de mecánico. Desde hace varias semanas los principales partidos políticos están enfrascados en una batalla de descalificaciones que en diversas entidades ya ha hecho escala en los tribunales (tanto electorales como de justicia), y hay quienes auguran que apenas viene lo fuerte de la “guerra sucia”, en la que saldrán a relucir acusaciones que tendrán como blancos directos a gobernantes y candidatos.

La divulgación de grabaciones en las que se escucha la que, se supone, es la voz del gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán, sosteniendo conversaciones con varios candidatos de su partido, el PRI, para ofrecerles la cartera abierta para que apuntalen sus campañas, es apenas una muestra de lo que se dirán y harán los contendientes para descarrilar candidaturas y, en una de esas, hasta los propios comicios.

Es claramente el retorno al pasado, es el dominio de los rudos en un territorio prácticamente intocado por las buenas prácticas democráticas, es la reedición del Jurasic Park con un vasto elenco de dinosaurios que lo único que defienden es el dominio de su territorio, por encima de las reglas del juego que obligan a todos los contendientes a participar en igualdad de condiciones y atenidos a la sanción, si violentan las normas.

Se ha hablado del peligro que representa el hecho de que las fuerzas del crimen organizado puedan interferir en los procesos electorales amedrentando o sometiendo a candidatos, condicionándolos a la ley de “plata o plomo”, y ciertamente se trata de una materia harto delicada. Pero las prácticas caciquiles, la compra de votos, el uso de recursos públicos por parte de funcionarios de todos los colores para favorecer a los aspirantes de su propio bando, son prácticas que no se han ido de nuestra realidad y también representan un riesgo para el juego democrático y para la madurez de nuestras instituciones.

Estamos a poco más de una quincena de que se celebren las elecciones estatales que marcarán la pauta de lo que vendrá en las presidenciales de 2012. El riesgo de la regresión está más presente que nunca.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando