México
Dos Méxicos
El México que queremos está aquí. Aquí y ahora
La otra noche, en el salón principal del edificio construido por Manuel Tolsá, se reunieron filólogos y médicos, investigadores, científicos, escritores, maestros eméritos, artistas plásticos y poetas, hombres y mujeres del más alto nivel intelectual de quienes podría sentirse orgulloso cualquier país del mundo, para rendir homenaje a uno de los suyos. Se colocaba en su sitio, al lado de sus antecesores en la rectoría de la UNAM, el retrato al óleo del doctor Juan Ramón de la Fuente.
El actual rector, doctor José Narro Robles, en medio de la solemne informalidad de los actos académicos, elogió la labor del doctor De la Fuente en sus ocho años al frente de la gran Casa de Estudios, su habilidad en la conducción de un organismo de más de 306 mil alumnos, más de 43 mil profesores, investigadores y técnicos y miles de funcionarios y empleados administrativos. Lo llamó el primer rector universitario del siglo XXI. Dijo el rector Narro: “Ningún país del mundo tiene una universidad como la de México. Sin ella no se entiende la trayectoria de nuestro pueblo. Sin ella no seríamos lo que somos”.
Al día siguiente la UNAM rendía cuentas públicas de sus estados financieros auditados por una institución externa, abriéndose al escrutinio de la sociedad en un acto minucioso de transparencia absoluta. Y se aprovechaba la sesión del Consejo Universitario para anunciar la apertura de una nueva carrera, la número 85, dedicada a las Ciencias de la Tierra. Es la primera institución de alta cultura en el mundo que, después de seis años de trabajos preparatorios, ofrece educación para entender el planeta como un sistema complejo integrado por aire, agua, tierra, flora y fauna y la interrelación entre estos elementos. Una carrera de vanguardia en la universidad más antigua del Continente americano.
Una vez más, como en ocasiones históricas, la Universidad trabaja sin escándalos ni alardes vanidosos. Sin embargo, no está blindada contra contaminaciones o peligros. La inestabilidad del entorno es un riesgo constante. La abundancia de narcóticos en el mercado nacional amenaza a los jóvenes. Las ambiciones de políticos no reconocen límites. Su integridad y fortaleza no son cualidades gratas para quienes combaten a morir los principios de la educación superior que debe seguir siendo laica, popular y gratuita.
Éste es el país que queremos. Afuera queda el otro México.
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