México

Don Alejo y la vagancia subsidiada

Bienvenidas iniciativas como la del Parque Revolución, orientadas a inventar recursos encaminados a arrebatar espacios a quienes nos están acorralando

El sábado pasado acudí al Parque Revolución al emotivo llamado de un grupo de artistas, investigadores, escritores, profesores, estudiantes, colectivos y ciudadanos interesados en criticar, protestar, pero sobre todo imaginar y proponer alternativas comprometidas en materia de inseguridad pública.

El martes leí con detenimiento y desánimo la columna del periodista Ciro Gómez Leyva, en la que relató el triste y aleccionador caso de don Alejo Garza Tamez, el mexicano que eligió cómo y cuándo morir.

Un grupo de maleantes acudió hace tres semanas al rancho de don Alejo, a 15 kilómetros de Ciudad Victoria, Tamaulipas, para decirle que tenía 24 horas para que les entregara la propiedad y se largara.

Don Alejo, de 77 años, empresario maderero, no se rindió y ante la inanición de las autoridades, y alimentado por la impotencia, sacó a los empleados, aceitó pistolas y esperó la hora. Los maleantes llegaron, don Alejo los recibió a tiros, mató a cuatro e hirió a dos antes de que lo ejecutaran.

Un día después me entero que la vagancia subsidiada de nuestro país (los diputados y senadores de la República), a 24 días de concluir el periodo ordinario de sesiones, con tres reformas estructurales pendientes para garantizar la seguridad del país, abrió espacio en su agenda para hacerse los graciosos, en esa especie de “show” del bien que Televisa ha montado en torno al Teletón.

Grabaron un programa de Cien mexicanos “dijieron”, programa conducido por un cómico llamado “Vitor”, que tiene como eje argumentativo que los invitados, organizados por equipos, respondan lo que la mayoría de los mexicanos entrevistados en la calle por la misma producción, piensa sobre diversos temas.

Cómo me hubiera gustado elaborar un par de preguntas tales como: civil que en solitario derrotó hace unos días a un grupo de maleantes con su vida, y les echó a perder un despojo. O qué tal ésta: nombre de ex senador panista recientemente secuestrado; o bien esta otra: forma en la que murió el ex gobernador de Colima la semana pasada.

Hace siete años por estas fechas, en el marco de la Feria Internacional del Libro, el escritor colombiano Juan Gustavo Cobo Borda habló en el homenaje a su amigo Juan García Ponce.

Hizo una serie de recomendaciones al Gobierno mexicano en materia de corrupción e inseguridad, ilustrando con su excepcional retórica, una incómoda entonces, comparación con su país.

Concluyó diciendo que dichas recomendaciones venían de un hombre en cuyo país la política había corrompido al narcotráfico.

Siete años después, Colombia parece haber comenzado a vivir en paz, en cambio México, tan sólo con el desarrollo de “los zetas”, demuestra que la política también corrompió al narcotráfico.

Bienvenidas iniciativas como la del Parque Revolución, orientadas a inventar recursos encaminados a arrebatar espacios a quienes nos están acorralando.
Síguenos en

Temas

Sigue navegando