México
Doblemente decepcionados
La ley es un duro golpe y no se trata de dar la batalla por defender el principio de la no discriminación, sino el de la sobrevivencia
¿Y cómo los van a descubrir? Muy fácil, por el color de la piel. En Arizona, como todos sabemos, los ilegales no son ni italianos, ni rusos, ni polacos, son latinos y la inmensa mayoría mexicanos, entonces cuando un policía quiera detener a alguien porque piense que está infringiendo la nueva ley, lo que va a hacer es detener a los que tengan cara de mexicanos, color de mexicanos y hablen mexicano y les pedirá sus papeles. En este caso se es presunto delincuente no por hacer algo, sino por parecer algo. Ése es el escándalo allá en Estados Unidos. Sobre eso están discutiendo y debatiendo estos días.
Pero para los mexicanos que llevan años viviendo ilegalmente en Arizona el tema es otro. La ley es un duro golpe y no se trata de dar la batalla por defender el principio de la no discriminación, sino el de la sobrevivencia. Los mexicanos en Arizona se sienten acorralados.
Raúl nos lo explicaba el otro día en radio. Él y su mujer se fueron hace 10 años de Sonora huyendo por la falta de oportunidades, desde entonces viven ilegalmente en el área de Arizona y tienen su propio negocio. La disyuntiva ahora para Raúl y su familia es sólo una: para dónde se van.
“No puedo darme el lujo de tener más temor. Yo sigo haciendo mis actividades normales, pero sí estoy planeando juntar lo que podamos y salirnos de este Estado. Irnos a otro Estado o regresarnos a México. Aquí cada día se oscurece la atmósfera, es algo que no lo puedes ver, es algo que se siente”.
¿De qué depende la decisión?, le pregunto. “Tú sabes lo que esta pasando en nuestro país, es triste y no me gustaría que mis hijos vean y vivan la violencia que estamos teniendo en México. Es lo que me detiene. Estamos hartos y decepcionados, ésa el la palabra, decepcionados de la clase política tanto de aquí como la de nuestro país que no levantan la voz para detener esto”.
Y “esto” es mucho más que la aprobación de la ley SB1070. Es el reclamo por el profundo desamparo en que ambos países han dejado durante años a estos trabajadores y familias. Se fueron porque no había trabajo, ahora no se atreven a volver por el miedo a la violencia que les transmiten sus familiares en cada llamada, en cada visita. Y ahí donde están produciendo y son necesarios, los desconocen y acorralan. La elección para muchos que no tienen los recursos que Raúl pudo juntar en 10 años, es enfrentar la posibilidad de la cárcel, la violencia y el desempleo de su país de origen o empezar de nuevo en otro lugar.
Buenas razones para estar doblemente decepcionados.
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