México
Discriminación futbolera y nacional
Afirmar que en México la discriminación es una extendida práctica social, no es novedad
Afirmar que en México la discriminación es una extendida práctica social, no es novedad. Que el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) inicie una queja de oficio contra dos figuras públicas del deporte, que cada semana suelen aparecer en la televisión, sí es novedad. Sin ser la única queja abierta por el organismo, es importante por los personajes contra los que procede, porque llegan a ser modelos de vida para numerosos mexicanos, entre ellos niños.
Pero así como se actúa contra los jugadores del equipo de futbol Pumas, que supuestamente lanzaron comentarios racistas el pasado domingo contra un contrincante de Santos, habría que comenzar procesos legales contra conductores de programas de medios de comunicación, en particular electrónicos, expertos en exclamaciones vejatorias contra quienes son de otro color o etnia. La discriminación está ligada a otros rechazos, como son por la preferencia sexual, creencias religiosas o nacionalidad.
Incluso, habría que actuar contra la publicidad que encubre una visión racista del ser humano. Mostrar regularmente niños rubios en anuncios de alimentos o pañales infantiles y hacer invisibles a los indígenas morenos, es uno de tantos ejemplos.
En México, ser de una etnia o de otro color es motivo de rechazo. El miedo al que es diferente a nosotros es una patología social enraizada en el país.
Si la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racional define a ésta como “toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico, que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en cualquier esfera de la vida pública”, hay muchas resistencias psicológicas y culturales qué vencer en México.
Esta vez al jugador panameño de color, Felipe Baloy, los futbolistas de Pumas, Marco Antonio Palacios y Darío Verón, presuntamente le gritaron “esclavo”, “mono” y “negro”, sin que el árbitro lo evitara. Así como se atacó al personaje del negocio futbolero, miles de mexicanos y extranjeros soportan diario un trato desigual y vejatorio que incita a las burlas, rechazos y exclusiones.
Recordemos al diputado federal Ariel Gómez León, quien en un programa radiofónico el pasado 29 de enero lanzó comentarios racistas y xenofóbicos contra la comunidad haitiana. Ahí también intervino la Conapred para conciliar, invitar al legislador a un curso de sensibilización y a ofrecer una disculpa pública. Veamos qué sucede con los jugadores de Pumas y otras figuras públicas del deporte y la farándula.
Pero así como se actúa contra los jugadores del equipo de futbol Pumas, que supuestamente lanzaron comentarios racistas el pasado domingo contra un contrincante de Santos, habría que comenzar procesos legales contra conductores de programas de medios de comunicación, en particular electrónicos, expertos en exclamaciones vejatorias contra quienes son de otro color o etnia. La discriminación está ligada a otros rechazos, como son por la preferencia sexual, creencias religiosas o nacionalidad.
Incluso, habría que actuar contra la publicidad que encubre una visión racista del ser humano. Mostrar regularmente niños rubios en anuncios de alimentos o pañales infantiles y hacer invisibles a los indígenas morenos, es uno de tantos ejemplos.
En México, ser de una etnia o de otro color es motivo de rechazo. El miedo al que es diferente a nosotros es una patología social enraizada en el país.
Si la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racional define a ésta como “toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico, que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en cualquier esfera de la vida pública”, hay muchas resistencias psicológicas y culturales qué vencer en México.
Esta vez al jugador panameño de color, Felipe Baloy, los futbolistas de Pumas, Marco Antonio Palacios y Darío Verón, presuntamente le gritaron “esclavo”, “mono” y “negro”, sin que el árbitro lo evitara. Así como se atacó al personaje del negocio futbolero, miles de mexicanos y extranjeros soportan diario un trato desigual y vejatorio que incita a las burlas, rechazos y exclusiones.
Recordemos al diputado federal Ariel Gómez León, quien en un programa radiofónico el pasado 29 de enero lanzó comentarios racistas y xenofóbicos contra la comunidad haitiana. Ahí también intervino la Conapred para conciliar, invitar al legislador a un curso de sensibilización y a ofrecer una disculpa pública. Veamos qué sucede con los jugadores de Pumas y otras figuras públicas del deporte y la farándula.
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