México
Días y noches ¿de paz?
La idea es que la temporada debería de ser para disfrutar de la unión y convivencia con los seres que nos rodean
Y entonces sucumbimos al encanto de las promociones -porque no hay ofertas ¿para qué nos hacemos?, ésas las de los saldos e inventarios son hasta enero- llega a nosotros el velo irresistible de la adquisición, del poder, no importa, “pague hasta marzo”, “24 meses sin intereses” y simplemente caemos redondos. Esta semana El Informador publicó los resultados de una encuesta de un sitio de internet que señalan que 90% de los trabajadores mexicanos estima que su salario es insuficiente para cubrir los tradicionales gastos de la temporada decembrina y que tendrán que hacer malabares para hacer rendir su presupuesto. De esta forma 46% de los encuestados coincidió en que sacrificará otros gastos para poder comprar regalos, 18% lo hará con tarjetas de crédito y 15% pedirá un préstamo en el banco o en su trabajo.
Si ya se decidió gastar y “aprovechar” el dinero extra en las promociones decembrinas, ¿qué seguiría ahora? ¿disfrutarlo no? Sentirse pariente lejano de Carlos Slim, dejar que la superfluo llegue a su cotidianidad, relajarse, total… una vez al año. Pero de eso, a la realidad que vivimos a nuestro alrededor hay una diferencia abismal. Llega entonces la feroz batalla por alcanzar el objeto del deseo, y no importa cual, pueden ser los cacahuates del bolo que están más baratos “en el de Abastos”, la última bolsa de platos de unicel en el anaquel del supermercado o el dispositivo táctil cuarta generación que le pidieron al “Niñito Dios” y si para eso hay que pelearse con los responsables de la máquina receptora de boletos de estacionamiento, porque el suyo no lo leyó, estacionarse en doble fila, arriba de la banqueta, en lugares preferenciales, empujar gente, gritar y andar con aquel sentimiento rabioso que le explicaba al inicio de este espacio, ¿lo hará?
Se lo dejo a su consideración. Más que el dinero y regalos es su tiempo, la calidez del momento y lo más importante, usted y los suyos ¿no lo cree?
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