México
Despiden a policía abatido en el Metro
El uniformado fue el primero en perder la vida a manos de Luis Felipe Hernández Castillo
La aeronave sobrevolaba a escasos 50 metros del suelo y los pétalos caían justo encima de la carroza fúnebre que se preparaba para trasladar al poblado de San Miguel Chicoloapan, estado de México, los restos del policía bancario Víctor Manuel Miranda Martínez, quien el viernes cayó abatido a balazos en el andén de la estación Balderas del Metro.
El uniformado fue el primero en perder la vida a manos de Luis Felipe Hernández Castillo, el sujeto que disparó contra el policía y contra varios pasajeros cuando no pudo terminar de hacer una pinta contra el gobierno, que dejaría plasmada en las paredes del andén.
Al policía se le rindió un homenaje de cuerpo presente en la explanada del Monumento a la Revolución. Efectivos del Agrupamiento Fuerza de Tarea dispararon salvas y una banda de guerra entonó el toque de silencio. Al centro de la explanada y flanqueado por policías vestidos de gala permanecía el ataúd con los restos de Víctor Manuel Miranda. Alrededor, 500 policías se mantenían en posición de firmes.
La bandera de México cubría el féretro de color gris acero. La enseña nacional fue finalmente plegada por Juan Jaime Alvarado, director de la Policía Bancaria, quien se le entregó al jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, y este a su vez a la esposa del policía caído, Viridiana Rangel Ramos. Viridiana tomó la bandera de manos del mandatario sin dejar nunca de abrazar a Nátali Noemí, la bebé de un año y tres meses que tuvo con Víctor.
Ebrard, junto con el secretario de la SSP-DF, Manuel Mondragón; el procurador de Justicia, Miguel Mancera; el director del Metro, Francisco Bojórquez, y el presidente del Tribunal Superior de Justicia del DF, Edgar Elías Azar, montaron una guardia de honor en torno al ataúd.
No hubo presentación. Al final Mondragón dio un breve discurso en el cual ratificó el compromiso de otorgar un apoyo económico vitalicio a la familia del policía. Las palabras fueron sustituidas por las sirenas de las patrullas. En el sonido local se escuchó en tres ocasiones el nombre del policía de 28 años. Con estridencia, el medio millar de uniformados respondió: “¡Presente!”.
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