México
Desastre descomunal
El daño que el crudo está causando y causará a esta generación y a las venideras es un desastre descomunal
El daño que el crudo está causando y causará a esta generación y a las venideras es un desastre descomunal que ameritaría una respuesta mucho más activa y decidida no sólo para impedir que llegue a nuestras aguas, sino para contribuir, haya llegado o no a aguas nacionales, a detener su avance y a trabajar incluso en labores de extracción.
No es un problema sólo de Estados Unidos o de la British Petroleum.
Estamos a unos días de que se cumplan tres meses de la explosión de la plataforma Deepwater Horizon, y hasta el jueves de esta semana la empresa responsable anuncia que pudo controlar el derrame, sin embargo, no se puede cantar victoria aún, y lo dice el mismo presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Antes se había tenido un logro similar, pero no duró mucho tiempo. La presión es muy alta y dicen los expertos, como Jean-Michel Cousteau, fundador de la Sociedad para el Futuro de los Océanos, quien ha hecho ya tres expediciones a la zona del derrame, que nadie habla de eso: “No creo que puedan pararlo.
Hay algo de lo que no habla nadie, la presión. Si lo taponas por un lado, va a reventar por otro. Por eso no hacen más que inventarse historias: lo estamos intentando, lo estamos intentando, cuando en realidad quieren dejarlo salir todo.
Podrían haberlo parado si no fuera por el gran riesgo que hay de que reviente por otro lado” (El Mundo, 29 de junio de 2010), y además propone que se deje subir el crudo, cercarlo y bombearlo como la única solución posible, pero… no le hacen caso.
Las cifras del derrame son aterradoras y, hasta donde sabemos, conservadoras, dado que la petrolera ha tratado de minimizar el gravísimo problema: entre 20 mil y 30 mil barriles diarios; la superficie de la mancha es equivalente a la de Puerto Rico; 400 especies de aves, peces y mamíferos amenazadas y 25 millones de aves en riesgo.
Las fotografías y los videos que han circulado por internet confirman la magnitud del daño de una fuga sobre la que aún no podemos tener la certeza de que fue contenida, y cuyas consecuencias tendrán una duración superior a 20 años.
Insisto: no es un problema sólo de Estados Unidos, es de México y del mundo entero si se consideran las afirmaciones de que el crudo saldrá del Golfo y llegará a los mares europeos.
Es asunto de todos, debería estar en nuestras prioridades más allá de una simple preocupación o de llamados enérgicos y, por lo general, infructuosos.
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