México

Depredación acaba con La Malinche

Investigadores atribuyen a la depredación del bosque que se ha generado un aumento en la temperatura entre 1986 y 2002

TLAXCALA (25/OCT/2010).- En la ladera Sur del volcán La Malinche, la depredación del bosque se extiende hacia cualquier lugar donde se fije la mirada. Por doquier hay huellas de la rapiña, como los tocones de encinos, pinos y oyameles que se cuentan por decenas, además de cortezas de árbol y ramas que, para los talamontes, no tienen ningún valor comercial.

Los lugareños le llaman a esta zona el Paraje Tepechco. Aquí el aserrín que dejan las motosierras se extiende como un manto de color amarillo que cubre pastos y arbustos. Cuando se sequen el aserrín, las ramas y las cortezas, se convertirán en el combustible que potenciará los incendios forestales característicos de este parque.

El fuego es uno de los tantos enemigos de esta reserva forestal. De acuerdo con un estudio de la doctora Lourdes Villers, investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de 1995 a 2008 se registraron dos mil 19 incendios forestales que afectaron seis mil 32 hectáreas de bosque, un 13% del territorio de esta reserva.

El documento establece que de las 45 mil 805 hectáreas de bosque que integraban el parque nacional en 1938 —año en el que Lázaro Cárdenas declaró al volcán como área natural protegida—, para 2004 sólo quedaban 22 mil 193. Las otras 23 mil 612 hectáreas fueron para la agricultura, al pastoreo y los asentamientos humanos.

Para la investigadora, lo que sucede en este volcán es reflejo de lo que pasa en otros bosques como en el Nevado de Toluca, el Pico de Orizaba, las Lagunas de Zempoala en Morelos, o el Desierto de los Leones en el Distrito Federal, donde la actividad humana ha degradado el ecosistema y propiciado un grave deterioro ambiental.

Varios académicos han señalado con insistencia y desde distintos ángulos las consecuencias de deforestar La Malinche. Otro estudio, del investigador del departamento de Ciencias Agrícolas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Miguel Ángel Valera Pérez, dio a conocer que la degradación del bosque natural y del suelo en esta reserva provocó un aumento de la temperatura promedio en la región, de 0.8 grados entre 1995 y 2005.

El estudio del profesor Valera abarcó el análisis cartográfico de 11 mil 390 hectáreas de bosque que presentaban una severa degradación biológica. El investigador calculó que por la depredación de esa área se liberaron a la atmósfera al menos 270 mil toneladas de dióxido de carbono entre 1986 y 2002.

El escenario a futuro no es nada halagador si se mantiene el nivel de depredación de La Malinche. El investigador Miguel Ángel Valera explica que una investigación del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA) alertó sobre un incremento de 4.53 grados en la temperatura media de verano en la región y para los siguientes 80 años, además de una disminución de 1.17 milímetros en la precipitación promedio anual para el mismo periodo.

En La Malinche hay gran cantidad de veredas y caminos de terracería que suben a lo que queda de esta reserva. Esas vías sirven para extraer a diario tablones y polines, leña para hacer carbón y tierra de monte. Para quien conoce la montaña no resulta nada complicado ingresar en una camioneta y salir cargado con la materia prima sin ser detectado, y menos cuando la vigilancia es insuficiente o nula.

Los propios vecinos de la zona acusan que las casetas de vigilancia instaladas en el bosque suelen estar vacías o atendidas por una sola persona que ni siquiera está armada. En un proyecto de conservación del volcán La Malinche que elaboró el Gobierno de Tlaxcala se estima que hay al menos 151.8 kilómetros de brechas y caminos que facilitan el acceso al área.

Ninguna autoridad federal, estatal o municipal pudo o quiso detener la devastación del quinto parque nacional más extenso del país, cuya zona de influencia abarca 30 municipios de Tlaxcala y Puebla, así como 236 poblaciones en las que viven más de 427 mil personas, eso sin contar a la ciudad de Puebla de los Ángeles que, como el resto de los municipios, depende de la lluvia generada en La Malinche para recargar los mantos acuíferos y abastecerse de agua.

FICHA TÉCNICA
Focos rojos


Las autoridades de Puebla y Tlaxcala han tardado más de una década en emitir el Plan de Manejo y Conservación que definirá estrategias, metas y programas para salvar el bosque nacional.

El Código Penal federal establece que si una persona lleva más de cuatro metros cúbicos de madera sin los permisos correspondientes será remitido al Ministerio Público.

Entre 2004 y 2010 la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente ha realizado más de 130 acciones de inspección, sólo 34 personas fueron detenidas.

Trabajo permanente
Tala de arboles para subsistir

TLAXCALA.-
Mientras se avanza por uno de los caminos que suben al bosque considerado como protegido, el ruido de una sierra rompe el silencio. Hay talamontes a escasos 500 metros.

Román, un indígena náhuatl de 36 años es quien manipula la motosierra. En la labor participan su esposa e hija menor, como vigilantes, y su hijo de 15 años, a quien le corresponde medir y marcar el enorme tronco de un pino que se convertirá en tablones.

Román apaga la motosierra cuando ve que se acercan personas. Él no reacciona con violencia, pero sí su esposa, quien exige no tomar imágenes. Entre el grupo que llega al lugar van también los habitantes de San Isidro Buensuceso y de San Miguel Canoa. Ellos son vecinos de Román y lo convencen para que, en entrevista, dé sus razones que lo llevan a talar árboles.

Él y su esposa no estudiaron ni la primaria. La mitad de sus seis hijos no van a la escuela, pues no les alcanza el dinero. Sin preparación, él sólo ha obtenido empleo como ayudante de albañil en Puebla, con un salario semanal de 500 pesos.

También ha laborado como jornalero en las campañas de reforestación y zanjeo del bosque que suelen organizar autoridades de los estados, pero se queja de que no es permanente.

“Si quieren que estas cosas se dejen que nos den un trabajo, ahora sí, permanente, no nada más un año, dos años, tres años. Nos engañan. Nosotros queremos trabajo permanente para sacar adelante a nuestros hijos”, dice el hombre.

Román dice que muchos de sus vecinos han hecho lo mismo, utilizar los árboles para subsistir, y aunque él sube cada tercer día al bosque rechaza ser un talamontes. Dice que no derribó ese enorme pino que ya ha sido seccionado en tres y del que este señor ha comenzado a sacar tablones perfectamente cortados, con medidas de 2.50 metros por 40 centímetros.
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