México
Del discurso a la práctica
Claro está que una cosa es la aspiración y otra muy diferente la realidad
De ahí la exigencia ciudadana en el sentido de contar con funcionarios serios, responsables, eficientes y eficaces, cuya honestidad sea puesta por encima de cualquier otro interés personal o de grupo.
Claro está que una cosa es la aspiración y otra muy diferente la realidad. Una realidad que lastima, que molesta y que en determinados momentos resulta tan desgastante que se ha vuelto hasta peligrosa por el sentimiento de impotencia que causa, lo que ha llevado a muchas personas a reaccionar de forma inverosímil —por decir lo menos— y que en no pocos casos ha orillado a otros tantos a sumarse a la delincuencia organizada.
Reflexiones e inquietudes similares son las que han llevado a un grupo de académicos a realizar diversos estudios relacionados con lo que implica la gestión pública, el servicio civil de carrera municipal, la alternancia en el poder, la participación de la mujer —particularmente en el ámbito legislativo— y la necesaria entrega-recepción de la administración municipal, temas de gran trascendencia, los cuales han sido abordados y compilados en un libro que lleva como título “Del discurso a la práctica”, cuyos autores son Roberto Arias, Alberto Arellano, Nancy García y Eduardo Rodríguez, todos ellos miembros del cuerpo de investigadores del Colegio de Jalisco.
En sus conclusiones y/o provocaciones, podemos o no estar de acuerdo, pero sin duda alguna que el libro motiva la reflexión y hasta la catarsis, sobre todo a partir del hecho de que luego de años de dominio político de un solo partido en nuestro país y Entidad, la alternancia ha resultado el peor remedio por el cual se pudo haber optado, pues con independencia de la inexperiencia que las “nuevas” autoridades reflejaban al integrarse a la vida pública, pronto, más pronto de lo deseable, los apetitos de poder y de riqueza se han apoderado de la mayoría, lo que ha dado al traste con la esperanza que se tenía en que ellos serían los “salvadores” de la democracia, y ni el involucramiento de las mujeres —aunque en escasa proporción— ha dado la pauta para un cambio de actitud, de ahí que las “entregas-recepción” no son más de que un acto protocolario, una simulación que no ha impedido que los que se van, los que se llevan el patrimonio de todos, queden sin castigo.
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