México
Decirle no a Dios
Ya nuestra capacidad de admiración está desbordada; 72 seres humanos, hombres y mujeres, asesinados y abandonados en el desierto
Ya la sola mención de la palabra da miedo: “Frontera”. Ya nuestra capacidad de admiración está desbordada; 72 seres humanos, hombres y mujeres, asesinados y abandonados en el desierto. No hay novedad. Sólo la cantidad del día de hoy que se suma al día de ayer. ¿Por qué? ¡Matar por matar! ¿Así de simple? “For a fist full of dollars”.
Meditando.
El ser humano posee una dignidad absoluta: la de poder decirle “No a Dios”. Esto es terrible. Y sin embargo Dios lo respeta, porque Dios toma al ser humano absolutamente en serio, como serio es el amor y la decisión de ser libres. Dios respeta tanto al ser humano que no intervino cuando su hijo fue condenado a muerte. Prefirió dejar que Jesús muriera como un farsante malhechor, aunque no había hecho más que el bien a todos. Pero dejó en libertad al pueblo judío a decidir.
Dios nos respeta, aunque sepa que cuando el ser humano es dejado y entregado a sí mismo, es en palabras de Nietzsche “El más inhumano de los animales”. No es un animal, pero puede convertirse en uno de ellos.
Y nos preguntamos constantemente ante estos hechos criminales: ¿Existe el infierno para asesinos de esta calaña? Mentes tan retorcidas que matan y al poco rato después están como sí nada echándose un pase y un tequila a forma de celebración, listos para apretar el gatillo nuevamente.
El infierno no es una creación de Dios, sino del ser humano, porque existe el ser humano malo, egoísta, cerrado en sí mismo; existe el infierno creado por el ser humano mismo.
El infierno no viene de Dios. Viene de un obstáculo puesto a Dios por el pecador. Nadie puede negar el mal, la malicia, la mala voluntad, el crimen calculado y la libertad humana. Porque existe todo esto, existe también el infierno, que no es el de los diablos con cuernos, sino el creado por el condenado para sí mismo.
El infierno es el endurecimiento de una persona en el mal. Es por lo tanto un estado del ser humano. No es un fuego físico. Éste no podría actuar sobre el espíritu.
La libertad humana no es un juego. Es un riesgo y un misterio que implica la absoluta frustración en odio o la radical realización en el amor. Con la libertad todo es posible: el cielo, pero también el infierno.
La mayor frustración, sin embargo, consiste en la ausencia de Dios. Esto sí que es el infierno.
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