México
De pactos, “Pinochos” y polígrafos
Como dijo el célebre filósofo político orgullo de Agualeguas, Nuevo León: “No se hagan bolas”
Cualquier mexicano medianamente enterado de la realidad cotidiana, y que vea la tele, sabe que hay un conglomerado de intereses políticos y económicos que están detrás de una sola y única (perdón por el pleonasmo, pero es para darle énfasis) precandidatura presidencial de la que todos hablan y escriben y ésa es la del gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, quien a golpe de chequera (alimentada con dinero público, por supuesto) ha construido su imagen de político joven, liberal, eficaz, cercano a la gente y que cumple sus compromisos.
Ese punto está fuera de toda discusión. Prácticamente todas las encuestas que han levantado las casas serias que sondean la opinión pública, colocan a Peña Nieto como el puntero indiscutible en el conocimiento y las preferencias de los ciudadanos en edad de votar.
Lo que ahora se puso en el centro del debate, y que además ha puesto en un predicamento al actual dirigente del Partido Acción Nacional (PAN), César Nava, y de refilón al secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, y al propio Presidente Felipe Calderón, es qué andaban haciendo el mismo Nava y la presidenta del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Beatriz Paredes, firmando acuerdos para blindarle a Peña Nieto la sucesión de gobernador en el Estado de México y, por consecuencia, pavimentándole el camino rumbo a Los Pinos como virtual candidato del PRI.
El hecho de que se hable de que en el pacto en el que el PAN se comprometió a no hacer alianzas electorales en esa Entidad a cambio de aprobar las reformas fiscales del año pasado, deja mal parados a todos. Si las alianzas entre panistas y perredistas son “antinatura”, ésta entre azules y tricolores también es un engendro y huele muy mal, porque regresa el calendario a los tiempos salinistas de las llamadas “concertacesiones”.
Suena raro y hueco el discurso de Calderón, quien no pudo ser ajeno a todo el enjuague de su dirigente nacional con los otros líderes de fuerzas políticas. Ayer mandó un mensaje que pretendió dotar de contenido al trabajo político.
En Durango dijo Calderón: “Necesitamos que la ciudadanía confíe nuevamente, recupere la confianza en la política, en los políticos y en los gobiernos” (porque) “la política de a de veras, la buena política” es aquella donde participan los ciudadanos.
Cierto que “la clave es abrir la política de par en par a los ciudadanos”, pero los que primero mienten, luego se acusan de “Pinocho” entre sí y rematan pidiendo que todos se sometan al polígrafo para ver quién dice la verdad, ésos no merecen confianza. Lamentable, patético, porque desgraciadamente no hay de otros.
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